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El síndrome generacional

«Alpha Dog"

Nick Cassavetes busca el definitivo afianzamiento de su carrera cinematográfica al margen de su apellido con una obra más personal en la que se sumerge de lleno en el nihilismo de la juventud actual.

Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

El seguimiento de la carrera cinematográfica de Nick Cassavetes ha resultado bastante desconcertante, según tocara asistir a una de sus películas prometedoras o, por el contrario, a las que no hacían presagiar nada bueno sobre su futuro como realizador.

El interesado sigue empeñado en confundir a la audiencia porque, tras el disgusto que supuso su impersonal trabajo de encargo «El diario de Noa», todo indica que ha querido quitarse esa espina clavada con una obra en la que volcar mucho más de sí mismo. A ello también contribuye el que su anterior realización estuviera enmarcada en la política conservadora de los grandes estudios, mientras que «Alpha Dog» luce un aire decididamente independiente. No hace falta ser sicólogo para entender que, desde su debut con «Volver a vivir», el quehacer fílmico de Nick Cassavetes ha sido examinado con lupa, aunque sólo fuera debido a que aquella ópera prima surgió del apoyo materno. Bastó con que Gina Rowlands estuviera detrás del invento para que a partir de entonces se tildara al debutante de hijísimo de John Cassavetes, a sabiendas de lo duro que es dedicarse al mismo oficio que un padre famoso y reconocido como un auténtico maestro. Demasiada presión para cualquier mortal que tampoco habría podido prosperar en ninguna otra cosa, puesto que mamó celuloide y creció en los rodajes.

Adolescentes que se dejan llevar

Es de suponer que, para abordar una problemática generacional como la de «Alpha Dog», Nick Cassavetes habrá tirado en gran medida de cosecha propia, porque parte de los temores que sienten todos los padres ante la posibilidad de que sus hijos adolescentes se dejen influenciar por las malas compañías o caigan en ambientes poco recomendables. Tal efecto contagioso aparece reflejado, no obstante, en cuanto consecuencia del nihilismo que comparten los jóvenes de hoy en día como algo inconsciente que les viene dado.

Los chicos y chicas de «Alpha Dog» se dejan llevar por la situación dentro de un mundo heredado de sus mayores, responsables últimos del lugar que ocupan en la degradada sociedad actual. En consecuencia, su retrato es el de unas personas que tratan de vivir el momento sin dejar de plantearse las cosas. Además de pasar el tiempo follando y colocándose, hablan y discuten con los adultos de tú a tú, sin los complejos ni la falta de libertad sufridos por las generaciones precedentes.

Las primeras críticas señalan una cierta proximidad con las películas sobre relaciones entre adolescentes y adultos de la realizadora Catherine Hardwicke, que ha conseguido encontrar una posición equidistante entre unos y otros. Para Nick Cassavetes ese equilibrio se sustenta en su conocimiento del mundillo interpretativo, lo que le permite contar con estrellas curtidas dispuestas a cobrar un sueldo simbólico y a compartir cartel con principiantes menos conocidos.

No deja de ser un lujo poder contar en roles paternos con un Bruce Willis o una Sharon Stone, estando él a cargo del bisoño Emile Hirsch y ella del prometedor Anton Yelchin, que son respectivamente el secuestrador y el secuestrado de la película. El caso está tomado de la crónica de sucesos, habiendo pasado a las hemerotecas como una variante juvenil del síndrome de Estocolmo, por cuanto el adolescente que permaneció en cautiverio hacía la vida desenfrenada de sus captores.

Ficha

Dirección y guión: Nick Cassavetes.

Intérpretes: Emile Hirsch, Bruce Willis, Sharon Stone, Justin Timberlake, Anton Yelchin, Dominque Swain, Harry Dean Stanton, Matthew Barry, David Thornton, Lukas Haas, Ben Foster.

País: EE.UU., 2006.

Duración: 120 minutos.

Género: Drama generacional.

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