La trayectoria ascendente de Terry Zwigoff con las sucesivas «Crumb», «Ghost World» y «Bad Santa» se detiene con «Art School Confidential», que no está a la altura del talento anteriormente demostrado. Tal vez se le haya contagiado el contenido de la propia película, que trata precisamente de una escuela de arte cuyos alumnos se creen más talentosos de lo que en realidad son. Aun así, dispone del suficiente atractivo e interés para haber sido estrenada en salas de cine, en lugar de hacerlo directamente en formato doméstico. Los problemas vienen del guión, ya que el creador de cómics Daniel Clowes no ha sabido dar un desarrollo narrativo a las viñetas del original, quedando como una simple sucesión de divertidas pero dispersas anécdotas. El fallo de Zwigoff ha sido el de no intervenir esta vez en la escritura, a pesar de la extraordinaria adaptación que hizo de otro cómic de Clowes en «Ghost World».

Lo sorprendente es que Zwigoff maneja el reparto más lujoso de cuantos han pasado por sus manos, reservando a intérpretes consagrados para completar la nómina de profesores, marchantes y artistas arruinados. Para el papel del joven protagonista ha escogido a Max Minghella, hijo del director Anthony Minghella, quien hace de admirador de Picasso, al que se quiere parecer por su éxito con las mujeres. Al ver que su pintura no provoca el mismo efecto en el sexo opuesto, optará por valerse de la fama obtenida a través de las portadas sensacionalistas y las páginas de sucesos. La mirada crítica de este principiante aquejado de divismo prematuro sirve al cineasta para caricaturizar la pose artística, manifestada en una actitud competitiva en la que todo vale con tal de conseguir epatar más que el compañero, aunque en el fondo no hagan nada nuevo.