Ya han pasado por nuestro territorio las mayores riadas que las incesantes lluvias acaecidas los últimos días e incluso semanas podían provocar, y afortunamente -aunque siempre hay que contabilizar los daños materiales-, no se han cumplido los peores augurios con los que desde los servicios de emergencia y protección civil nos venían atemorizando desde hace varias jornadas.

La cota máxima de las riadas en la cuenca del Ebro se esperaba para primera hora de la tarde de ayer, después de que la zona media de Nafarroa sufriera las consecuencias de las inundaciones 24 horas antes. Vistas las crecidas que experimentaron los cauces de ríos como el Ega, el Arga, el Aragón -de quienes se dice que «hacen al Ebro varón»-, o el Zidakos, se preveía que la cantidad de agua vertida al Ebro podría incluso sobrepasar los niveles de 2003; afortunadamente, no fue así.

Tras las mediciones del lunes, desde la Confederación Hidrográfica del Ebro auguraban que dicho río podría llevar un caudal de hasta 3.300 metros cúbicos por segundo a su paso por la localidad navarra de Castejón. Sin embargo, la riada no sobrepasó los 3.000 metros cúbicos por segundo, por lo que los daños causados también fueron menores que los registrados en las inundaciones de 2003.

Ahora, esa importante crecida del Ebro sigue rumbo a la capital zaragozana, a donde se espera que llegue mañana por la mañana. Sin embargo, las últimas declaraciones del presidente de la CHE asegurando que no hay necesidad de desalojar «ninguna» vivienda hacen pensar que lo peor ya ha pasado.

Daños materiales

Los peores daños -apenas hubo que lamentar daños personales- los sufrieron los campos, las huertas y las infraestructuras viarias situadas en las riberas de los ríos, ya que los ocasionados en viviendas fueron, aunque numerosos, poco cuantiosos. Varios vecinos de localidades riberas afirmaron que los viñedos «se pueden recuperar», ya que el agua no se los ha llevado, pero la peor parte se la han llevado cosechas como las de la patata y otras hortalizas y legumbres, que se han perdido totalmente.

Ante ello, vecinos de municipios como Berbinzana o Miranda de Arga -esta última ofrecía el lunes y ayer la misma imagen que cualquier isla, totalmente rodeada por agua-, afirmaron que ahora, para intentar paliar los daños, tendrán que solicitar ayudas a diferentes entidades, ya que, según aseguraron, «nosotros carecemos de los medios necesarios».

A pesar de que el agua no llegó, en general, a zonas urbanas, posiblemente sea la propia capital ribera una de las más afectadas, ya que las calles más bajas del casco antiguo, como la de Verjas, presentaban ayer al mediodía una altura de cerca de 30 centímetros, llegando a la altura de la rodillas. Es por ello que muchos vecinos optaron por no abandonar sus domicilios.

Sin embargo, esos niveles no son equiparables a los registrados en 2003, cuando en ese mismo lugar el agua llegó a alcanzar el metro de altura y los servicios de emergencia tenían que desplazarse en una zodiac.

No todos los casos son tan positivos, sin embargo, ya que los servicios de emergencia procedieron, la noche del lunes, a realizar más de 70 desalojos de viviendas con carácter preventivo.

Aunque desperfectos como los registrados estos días enfurecen a cualquiera, mención aparte merece el caso de Miranda de Arga, municipio que ha sufrido cuatro inundaciones en el último mes. Los vecinos se muestran notablemente molestos, y culpan de lo ocurrido a la suciedad que se acumula en las acequias y afirman que no les está permitido limpiarlas.

Pitillas, Olite y Beire, por el contrario, recuperaron durante el día de ayer cierta normalidad, ya que tras 24 horas de incomunicación por carreteras, éstas fueron ya abiertas.