Angel Aldalur Plazaola Donostia
Sin disfraces
¿A qué suena bien? Lo ha dicho la izquierda abertzale, pero no estaría de más que todas las fuerzas políticas asumieran este compromiso. Me refiero a que en un país donde más o menos todos nos conocemos y tenemos asumido el sentido de nuestro voto, perfectamente los candidatos pueden prescindir del disfraz del beso forzado, de la sonrisa ensayada y el apretón de mano ficticio, y dejar para después, una vez elegidos por voluntad popular, la visita a residencias, la presencia en mercados, tiendas, restaurantes, plazas y calles.
Duele por repetitivo que cada cuatro años todos y cada uno de los gestos de simpatía y calor humano desprendido durante la campaña vayan a parar al baúl «de los no recuerdos», sumiendo al ciudadano en un sin fin de preguntas con la misma contestación, «todo sigue igual». Eviten todo esto siendo honestos, clarificando cada cual su mensaje y, por supuesto, adquiriendo el firme compromiso de su total cumplimiento. Si así lo hicieran, aparte de su propia satisfacción consigan serenar la vida política y en consecuencia den un paso hacia la total normalización de nuestro pueblo.