«La Cabra» y «Divinas Palabras», obras triunfadoras de los Premios Max
a décima edición de la gala de entrega de los premios Max se celebró en el bilbotarra Euskalduna Jauregia, con un espectáculo dirigido por Sol Picó y coordinado por Damián Muñoz, donde la danza en todas sus formas adquirió una gran presencia y con una acertada presentación de Gurutze Beitia. L
Fueron dos hora y media de ceremonia sin cortes ni descansos, en donde Josep Maria Pou y el espectáculo «La cabra o quién es Sylvia?», de Edward Albee, se hizo con cuatro estatuillas, a saber: mejor adaptación, mejor director, mejor espectáculo de teatro y a través del Teatre Romea, coproductor del mismo, mejor empresario privado.
Le siguió en número la producción del Centro Dramático Nacional «Divinas palabras», de Ramón María del Valle-Inclán, que se hizo con los correspondientes a mejor escenografía, mejor actriz de reparto para Julieta Serrano y mejor diseño de iluminación para Juan Gómez Cornejo. Una de las sorpresas de la noche fueron los premios conseguidos por el espectáculo producido por Jana Producciones t Escena Miriñaque «Antígona tiene un plan», que se hizo con el de mejor actor secundario para Edy Asenjo así como el de mejor espectáculo musical.
La producción del Teatro Arriaga, «Hamlet», concurría a cuatro premios y consiguió el de mejor actor protagonista que recibió Eduard Fernández. Otra catalana, Laila Marull, se hizo con el de actriz protagonista por su trabajo en «Nina». Maite Agirre se llevó por «Neska politak, artasoro alaiak» el premio al mejor autor en euskara.
En la entrega del premio al mejor espectáculo infantil -que se llevó Títeres de María Parrato por «Ping, el pájaro que no sabía volar»- se produjo una de las anécdotas de la noche, ya que Saturnino García, antes de entregar la manzana diseñada por Joan Brossa, se perdió en una alocución dispersa de cerca de cinco minutos.
Uno de los premios más paradójicos, el denominad0 Premio Revelación, un mal nombre empleado para reconocer a un espectáculo presentado por las comunidades autónomas, recayó en los vallisoletanos Teatro Corsario, una compañía que cumple, precisamente, veinticinco años de existencia. La Fundición recibió el premio correspondiente a Nuevas Tendencias, y en el discurso de agradecimiento sus responsables solicitaron una mayor atención para este tipo de propuestas de riesgo. El premio Hispanoamericano correspondió a Julio Bocca, el bailarín argentino que está realizando una larga gira de despedida de los escenarios.
Pero la parte más divertida, más demoledora, más teatral fue la de Fernando Arrabal que recibió el premio de honor de manos de la Ministra Carmen Calvo, a la que sonrojó al indicarle que su vestido parecía la bandera republicana. Arrabal apareció vestido de rey descendiendo por la escalera que utiliza Sol Picó para su espectáculo «Barbie Superstar», y después de agradecer a la señora de los lavabos, y a su mano, declaró solemnemente: «Sí, sí, me merezco este honor». Sobrepasó el tiempo asignado, y una vez en al sala de prensa, nos deleitó con varios monólogos de más de media hora, un espectáculo.
Actuaciones de Igor Yebra, Israel Galván, Sol Picó y Carles Santos, las compañías de Sol Picó y alumnas de la escuela de Yebra, Kukai o la Orquesta Sinfónica de Bilbao ofrecieron algunos momentos espectaculares, en una escenografía de Alfons Flores que daba una sensación de continuidad. Muchos conocidos entregaron los premios, hasta Carmen Sevilla, y el buen gusto presidió toda la gala, aunque el número final tuvo un desliz muy localista al vestir al cuerpo de baile y a la presentadora con la camiseta del Athletic. Al finalizar la gala, cóctel, encuentros, abrazos, opiniones.
Carlos GIL Crítico teatral