Nuevo plan, ahora quinquenal, al cajón de desastres de Irak
Cincuenta gobiernos, liderados por EEUU y entre los que se encuentran los que comparten frontera con Irak, se han reunido en Sharm el-Seij para presentar un nuevo plan, esta vez quinquenal, para intentar la estabilización del país ocupado. Proyectos desmentidos, día sí y día también, por la cruda realidad a la que EEUU condenó al país árabe.
SHARM EL-SEIJ
Los ministros de Exteriores de medio centenar de estados y altos responsables de organizaciones internacionales comenzaron ayer una reunión de dos días en la estación-balneario egipcia de Sharm el-Seij para analizar el callejón sin salida de la ocupación de Irak.
La conferencia internacional, presentada por sus promotores como «uno de los más importantes esfuerzos diplomáticos en torno a Irak» desde la invasión del país por EEUU en marzo de 2003, arrancó con la aprobación, por sospechosa unanimidad, del lanzamiento oficial de un Plan Quinquenal que tendría como objetivo estabilizar el país ocupado.
Bautizado con el rimbombante nombre de Contrato Internacional de Objetivos, este plan fue rubricado en julio del pasado año por el Gobierno colaboracionista y la Organización de Naciones Unidas (ONU), con el apoyo del Banco Mundial.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aseguró al inaugurar la conferencia que «supone una hoja de ruta para los próximos años que busca ayudar a Irak a cumplir a largo plazo sus objetivos de prosperidad económica, estabilidad política y seguridad duradera».
El primer ministro Nuri al-Maliki abrió la cumbre con un «insistente llamamiento a la condonación de la deuda iraquí», que según algunos cálculos asciende a 140.000 millones de dólares.
EEUU, contra la deuda
Condoleezza Rice, secretaria de Estado de EEUU -que lidera la política de rechazo a la condonación de la deuda de los países del tercer mundo-, hizo suyo este llamamiento pero dentro de un plan que consagra un modelo de país tutelado y sujeto a inversiones y a ayuda financiera en el marco, teórico, del llamado «libre mercado». Un paso más en la definitiva extirpación del pasado más social del Irak cuando era gobernado por el Baaz iraquí de Saddam Hussein.
En la misma línea, el plan apuesta por un refuerzo de la «democracia» y de la «seguridad», ideas que provocarían la risa si el contexto del Irak ocupado no fuera tan dramático.
El plan apuesta asimismo por reglar el reparto de las migajas de los beneficios petrolíferos -descontado el gran pedazo de la tarta para las multinacionales anglosajonas- entre las tres comunidades, chiíta, kurda y sunita, y promete una marcha atrás en la política de desbazificación, una estrategia ocupante que descabezó al Ejército y a la Policía iraquíes y sirvió para nutrir las filas de la resistencia.
Encuentros bilaterales
Más allá de las buenas palabras, Arabia Saudí, país al que Irak debe una cuarta parte de su deuda, se limitó a aparcar el tema.
Una finta que evidencia que Riad tiene su propia agenda para con Irak y que pasa por el refuerzo de la minoría sunita frente al Gobierno chiíta.
Sorprende, en este sentido, que Rice incluyó, junto a Siria e Irán, a Arabia Saudí entre los países que tienen «todo que perder si no usan su influencia para estabilizar Irak».
La secretaria de Estado estadounidense se reunió aparte y durante media hora con su homólogo sirio, Walid Muallem. Se trata del primer contacto entre responsables de ambos países desde la visita a Damasco del entonces subsecretario de Estado, Richard Armitage, en enero de 2005.
Por contra, Rice y el jefe de la diplomacia iraní, Manucher Mottaki, se limitaron a intercambiar saludos. Quien sí se reunió con Mottaki fue la ministra de Exteriores británica, Margaret Beckett, cuando aún colea la crisis de los rehenes capturados en el Golfo Pérsico hace un mes.
En definitiva, Washington y Londres están dispuestos a tragar algunos sapos -siempre que no afecten a las líneas básicas de su plan- en un intento de hacer la cuadratura del círculo.
Lo dijo ayer el ex general británico Michael Rose: Deberían «admitir su derrota» y poner fin a la «desesperada guerra de Irak». Y para eso sobran palabras y cumbre y basta un hecho: el final de la ocupación.
El ex general británico Michael Rose asegura comprender a la resistencia iraquí. Así, equiparó su lucha a la guerra estadounidense de independencia. «Ya lo dijo lord Chathman. Si fuera americano, mientras los ingleses permanecieran en tierra americana, nunca depondría mis armas».
En paralelo a la celebración de esta cumbre, el Ejército estadounidense y la Armada iraquí colaboradora seguían enzarzados en una carrera de anuncios sobre la muerte de líderes de grupos islamistas de la resistencia iraquí.
Menos de 48 horas después de que el Gobierno iraquí anunciara la muerte del considerado jefe de Al Qaeda en Irak, Abu Ayub al-Masri, el Ministerio de Interior anunciaba ayer el fallecimiento de Abu Omar al-Bagdadi, identificado como el emir del Estado Islámico de Irak, gobierno en la sombra consensuado por varios grupos islamistas sunitas, entre ellos la sección iraquí de Al Qaeda.
Por su parte, el Pentágono anunció haber matado al ministro de Información de Al Qaeda en Irak, al que identificó como Muharib Abdelatif al-Juburi.
Por otro lado, tres soldados estadounidenses y cuatro empleados asiáticos de la embajada de EEUU murieron en sendos ataques, el último con fuego de mortero contra la Zona Verde.