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Panathinaikos-Tau: una hazaña a medio camino de las doce pruebas de hércules y las de Asterix

No quedaba tiempo, el marcador reflejaba un 71-74 a favor de Tau, pero Panathinaikos tenía el balón. El pabellón OAKA esperaba el triple. Alvertis, el capitán, se la jugó. Agua. Tau Baskonia obraba la hazaña: eliminaba a PAO en su propia cancha y jugaría la Final Four de Praga.

Arnaitz GORRITI

Mucho se comenta durante estos días la capacidad de Tau Baskonia de superar los retos más difíciles escalando «la vía griega». Desde la Copa de Europa ante el PAOK de Salónica -o la semifinal ante Iraklis- hasta los cuartos de final de hace un mes frente a Olympiacos, Tau Baskonia ha ido llevando a cabo las pruebas impuestas por sus contrincantes helenos, a medio camino de las doce colosales pruebas que Hércules debió superar para purificarse y recuperar su deidad, y las de Asterix y Obelix, que llevaron a cabo los retos impuestos por Julio César para demostrar el inmenso poder de su diminuta aldea.

Y, por mucho que los periodistas y cuentacuentos del mundo del baloncesto no se cansarán en contar en perpetua hipérbole las hazañas baskonistas, éstas nunca estarán a la altura de la más cruda realidad, donde, gracias a la calidad y el carácter del club cualquier imposible es cuestión de tiempo.

Así se presentaba la eliminatoria del año pasado entre Panathinaikos y Tau Baskonia. La plantilla baskonista vivía el trauma de su primera temporada «post Dusko Ivanovic» con el fallido experimento de Pedro Martínez y el retorno de un Velimir Perasovic al que le tocó aprenderse las lecciones a garrotazos. Pese al triunfo copero, todo eran dudas en el seno baskonista: Perasovic estaba en pañales frente a un zorro de las canchas como Obradovic; Drobnjak salió rana, Jacobsen era la frialdad hecha carne y Ukic el maestro del yoyó, pero no el segundo base que la gente esperaba, y el base de urgencia que se agenció el cuadro gasteiztarra, Lionel Chalmers, no dio el alto nivel que el club y el reto exigían.

Con esa tesitura, el perpetuo pick`n roll de Scola y Prigioni, más la aportación exterior de Erdogan o Hansen se antojaba insuficiente. Para colmo de males, la ventaja de campo era para el PAO y, todo el mundo lo sabía, en el pabellón OAKA era impensable repetir la sorpresa del año pasado, cuando los baskonistas eliminaron a la Benneton de Treviso con desventaja de campo, con aquel 59-98 imborrable. Tau Baskonia jamás había logrado vencer en el pabellón OAKA -había llegado a forzar una prórroga; pero no más- y nadie, ni los más acérrimos baskonistas, esperaban que aquella pudiera ser precisamente la primera vez.

Los cánones prefijados se cumplen

Los dos primeros partidos de la serie respondieron a los cánones prefijados. Panathinaikos dominó de principio a fin el primer encuentro y, pese a los muchos problemas arbitrales, especialmente con el serbio Belosevic, Tau Baskonia logró en Gasteiz forzar el tercer partido. Sobre las quejas respecto a los árbitros, los eruditos exégetas vieron con claridad, a posteriori, el terror de los griegos a jugársela ante Tau Baskonia en el desempate.

En esos dos primeros choques varias cosas quedaron claras. Por un lado, que Spanoulis era una amenzada constante y, bien por su tiro exterior, bien por su penetraciones, no había manera de defenderlo correctamente y, por si el heleno fallaba, Jaka Lakovic sacaba su tiro exterior a pasear. Por otra parte, el dúo interior formado por Batiste y Tomasevic era el termómetro del PAO cerca del aro: si uno de ellos bajaba el pistón, el equipo sufría. Por contra, sorprendía la apatía en ataque de Diamantidis y Hatzivretas.

Por parte baskonista, tres mimbres sujetaban al equipo: Luis Scola, que se aprovechaba del infinito surtido de balones de Prigioni, además de su incansable pelea; Tiago Splitter, que además de pegarse con quien hiciera falta mostró un acierto descomunal, principalmente desde la línea de los tiros libres; y Travis Hansen. El escolta estadounidense es así, le gustan los retos y cuanto más complicados, más disfruta.

Entre los tres pilares baskonistas aguantaron el chaparrón lo mejor que fueron capaces y, pese a caer por 84-72, obligaron a los de Obradovic a emplearse a fondo hasta el final. Sólo un parcial de 23-14 de los últimos diez minutos dio al cuadro ateniense su primera -y única- victoria de la serie. El segundo partido fue una guerra, en el más amplio sentido de la palabra. A pesar de que la iniciativa siempre la llevaran los gasteiztarras, la victoria de los de Peras corrió peligro en todo momento. Una vez más, con Scola, Splitter y Hansen a la cabeza, y la ayuda de la afición y el apoyo Prigioni, nueve asistencias, Jacobsen y Erdogan, diez y once puntos respectivamente, el cuadro vasco se llevaba el partido por 85-79. El definitivo encuentro se iba a disputar el miércoles 12 de abril de 2006 en el pabellón OAKA de Atenas.

20.000 personas y un destino

Aunque oficialmente el OAKA Sports Hall tiene un límite de capacidad de 18.000 espectadores, el evento baloncestístico hizo que la concurrencia superase con creces la barrera de los 20.000. En un pabellón «inmaculado» a las acometidas baskonistas y con la Final Four de Praga en el horizonte. Demasiado bonito para ser verdad.

Sin embargo, no hay obstáculo que valga entre los que se forjan su destino. Que Diamantidis amargara la tarde a Hansen con una defensa pegajosa, que Scola fuese maltratado bajo los aros y que su aportación quedase limitada a tres puntitos -y 11 rebotes y cuatro asistencias- debido a las faltas y que hasta cuatro jugadores de Panathinaikos superaran la barrera de los diez puntos - destacando la labor del capitán Alvertis, con cuatro triples en momentos de máxima tensión- no fue óbice para que Tau Baskonia rompiese los pronósticos y se llevase el partido y el derecho a disputar la Final Four de Praga tras ganar por un ajustado 71-74.

Serkan Erdogan, otro de los que se crecen ante la adversidad, y si es ante un conjunto griego, más aún, lideró al equipo gasteiztarra con 24 puntos. El escolta otómano consiguió 13 puntos en el segundo cuarto para mantener a Tau Baskonia por delante, 35-42, al descanso, y después anotó cuatro tiros libres sin fallo en los últimos 50 segundos para sellar una victoria sorprendente. Pablo Prigioni también sacó a relucir su vena anotadora y metió 12 puntos, incluyendo un tiro de cinco metros crítico a 18 segundos del final. Otros complementos como Casey Jacobsen, con 11 puntos, Tiago Splitter, 11 más, y Kornel David, que anotó nueve puntos y capturó 11 rebotes, fueron algunas de las claves de un triunfo homérico.

Porque, a pesar de dominar durante casi todo el encuentro, el final tuvo su pequeña parte de épica. Ante un OAKA volcado con su equipo -un petardo estalló a pie del banquillo baskonista durante un tiempo muerto-, Prigioni clavó una suspensión clave sobre la bocina para que Tau ganase 69-72 a 17.6 segundos del final. Lakovic falló uno de sus dos tiros libres pero Erdogan no, para prácticamente cerrar el partido, 70-74, a 11.9 segundos para el final.

Panathinaikos apuró sus opciones, ya que Diamantidis recibió falta y anotó su primer tiro libre. No obstante, falló a propósito el segundo y el balón se fue fuera de banda tocado por Erdogan, dando una última oportunidad a los locales. Pero esta vez no fue suficiente para PAO, ya que su «guía espiritual», Alvertis, que había anotado cuatro de siete triples, intentó un lanzamiento a la desesperada que no entró. Las celebraciones, empero, quedaron para puertas adentro. No estaba el horno para bollos y los de Perasovic se lanzaron a escape a los vestuarios cuando sonó la bocina del final.

El más gráfico del porqué de este triunfo, como siempre, fue Velimir Perasovic. «La clave estuvo en que creímos en nosotros mismos. Ambos hicimos méritos para lograr la clasificación, pero, además de defender mucho mejor que en el primer partido, creímos que podíamos ganar».

Mañana llega una prueba más para el cuadro baskonista, precisamente ante Panathinaikos. Llegará el momento de ver si en Atenas, la tierra de la épica, Tau Baskonia logra a la manera de Hércules o la de Asterix, ascender al altar de los dioses del baloncesto.

«Cada jugador que pisó la cancha lo hizo genial y le echó tres huevos»
 
Travis HANSEN
Ex jugador de Tau Baskonia

¿Cómo ve la Final Four de Atenas?

La veo muy bien; la veo muy competida. Va a ser muy competida porque han llegado los cuatro mejores equipos del momento en Europa.

Por otra parte, veo la Final Four como una gran oportunidad para Tau. Ésta va a ser su tercera Final Four consecutiva, tienen, por tanto, mucha experiencia, tienen jugadores que han jugado juntos mucho tiempo y, excepto tal vez menos que Panathinaikos, porque juega en su casa, creo que Tau tiene que ser uno de los principales favoritos.

¿Tan importante será el factor OAKA?

Por supuesto que sí. Especialmente en Grecia, donde los seguidores son increíbles, le van a dar mucha ventaja.

¿Hay algún cambio de Panathinikos de la temporada pasada a ésta?

Creo que juegan a lo mismo, la verdad. Siempre suelen repetir aquello de penetrar y sacar el balón y lo hacen mil veces durante cada partido. Pero es muy difícil defender su forma de jugar, porque juegan diferente a los demás equipos en Europa. Siempre juegan muy bien, tienen un gran entrenador y siempre están muy bien preparados, pero siempre juegan al mismo estilo.

Pese a la larga plantilla de PAO, todo el mundo habla de Diamantidis. ¿Tan importante es?

Él es el corazón del equipo. Siempre lucha y trabaja, y es un jugador que puede hacer de todo. Es muy importante para PAO. Lucha por cada balón, defiende muy bien y puede meter puntos. Es el pegamento del equipo.

¿Por dónde le puede hacer daño Tau a Panathinaikos?

Va a ser difícil, la verdad. Panathinaikos es un equipo bastante completo, como Tau Baskonia, pero va a resultar muy difícil.

Creo que el equipo que juegue mejor en defensa será quien gane. Ambos equipos pueden meter muchos puntos, pueden anotar desde fuera, hacer daño por dentro... Entonces, creo que el equipo que gane será quien defienda mejor.

¿Cómo recuerda la serie Panathinaikos-Tau del año pasado?

La recuerdo como una serie buenísima. Perdimos el primer partido, pero en nuestra cancha, que puede ser la mejor de Europa, ganamos, por supuesto.

Pero cuando volvimos a Atenas, fue un partido increíble, con un ambiente impresionante. Cada persona que pisó la cancha tuvo confianza y le «echamos tres huevos». Fue un partido para la historia que siempre voy a recordar.

¿Cómo se mentalizaron para ganar en su cancha a un rival como Panathinaikos?

Sobre todo, tuvimos la cabeza muy fría y no nos importaba nada del exterior. Ni los fans, ni el ambiente, ni que nos estuvieran gritando o tirando cosas a nuestro entrenador y a nuestros jugadores. No nos importaba nada de lo que estaba sucediendo. Cada uno de nosotros jugamos a muy buen nivel y, sobre todo, mantuvimos la cabeza muy fría.

Cada jugador hizo algo buenísimo cuando pisó la cancha. Eso es muy importante para un equipo, especialmente en un momento así, en la eliminatoria de la Final Four.

¿Y en los días previos al partido, donde nadie podía prever su victoria?

Puede ser que en esos días previos llegáramos a alcanzar una concentración absoluta, llegando a demostrar después un carácter y una cabeza muy fría. Es muy difícil si no, jugar en una cancha así.

Lo que pasa es que Tau Baskonia es así. Tau lucha siempre. Da igual que esté veinte puntos por debajo. Todo eso viene de la actitud de Josean Kerejeta, Scola, antes Nocioni... Todos son unos luchadores, son unos campeones y ellos siempre van a luchar. A. G.

20.000

personas

asistieron el año pasado a la sorpresa que Tau Baskonia dio frente al todopoderoso Panathinaikos. Un año después, la historia se repite...

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