La irresistible y maligna atracción de los superpoderes
«Spider-Man 3»
La trilogía inicial de la saga del Hombre Araña se cierra con la película más cara de la historia, una tercera entrega que gana en espectacularidad y en profundidad sicológica. El drama y la acción se complican para cristalizar en una apoteosis del entretenimiento adulto, destinada al disfrute de cinéfilos y estudiosos de la mitología moderna por igual.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Las cifras que se manejan en torno a la megaproducción de «Spider-Man 3» son mareantes, aunque nadie ajeno a los estudios Sony Columbia las conoce con exactitud, motivo por el que varían bastante según las diversas fuentes. Se sabe que están entre un mínimo de 175 millones de dólares y un máximo de 300, gastos de promoción aparte. Son datos suficientes para confirmar que se trata de la película más cara de la historia, estableciendo un récord presupuestario que tardará mucho tiempo en batirse, a sabiendas de que «King Kong» había puesto un elevado techo en casi 150 millones, que ha quedado superado de una manera exagerada e inalcanzable.
En base a tan voluminosa inversión, el público tiene derecho a exigir, por lo que es ese tipo de espectáculo debería de devolver el dinero si el espectador no queda satisfecho, algo prácticamente improbable. La tercera entrega de la saga es como aquellos circos de varias pistas, que ofrecían mucho más por el mismo precio. El superhéroe tiene que lidiar esta vez entre dos chicas, además de enfrentarse a tres villanos y un cuarto que no es otro que él mismo. Los fans del cómic no podían imaginar ni en sus mejores sueños un despliegue semejante de medios, porque en las más de dos horas y media que dura la función las emociones están aseguradas, gracias a un calculado equilibrio entre acción y drama. De los efectos especiales nadie va a dudar, puesto que el trailer ya se ha encargado de anticipar que superan con creces a todo lo anteriormente visto. La estrategia comercial no deja ningún detalle fuera de control, en cuanto que responde a una fórmula diferente de las últimas tendencias que abogaban por el estreno mundial simultáneo. Lo que han hecho es adelantar la fecha de estreno en el mercado asiático, pues ya se sabe que allí son mucho más entusiastas para el género fantástico. En Occidente, lo que se ha adelantado es la edición de la banda sonora, debido a que presenta el relevo de Danny Elfman por Christopher Young, algo para lo que conviene ir preparando a los clientes fijos de la millonaria franquicia.
Sam Raimi sabe, por los primeros pases privados de prueba, que «Spider-Man 3» va a hacer las delicias tanto de los cinéfilos como de los sicólogos.
La película explora a fondo la figura del superhéroe como mito central de la tragedia moderna, circunstancia que no ha cambiado tanto desde la época isabelina si tenemos en cuenta que el Hombre Araña viste mallas al igual que los torturados personajes de Shakespeare. La base freudiana resulta idéntica, en un paralelismo que George Lucas fue el primero en actualizar dentro de la nueva concepción del cine de aventuras épicas, y que ahora Raimi complica desde todos los posibles ángulos de la esquizofrenia y el desdoblamiento de personalidad.
A estas alturas las películas de superhéroes están obligadas a tomar plena conciencia de su condición de entretenimiento adulto, y de ahí que «Spider-Man 3» reflexione en múltiples direcciones sobre la búsqueda de identidad en una galaxia mediática como la nuestra. Peter Parker trabaja de fotógrafo en un medio de comunicación sin aparentes problemas, gracias a la estabilidad profesional y sentimental de la que goza. Su transformación en el Hombre Araña tampoco le acarrea mayores preocupaciones al contar con un respaldo social, a la vez que su dualidad ya no es tan secreta y es conocida por las personas más allegadas. Pero la normalidad siempre oculta un reverso siniestro, un lado oscuro que tarde o temprano emergerá a la superficie.
La plasmación cromática del cambio experimentado dentro del habitual proceso de transformación Parker-Spiderman no puede ser más rotunda, ya que el tradicional traje rojo se vuelve completamente negro, como si se tratara del de Batman. El protagonista es presa de una mutación provocada por un organismo simbiótico de procedencia alienígena, un parásito que sacará a relucir la parte enferma del Hombre Araña. Éste siente un mayor poder, demasiado tentador por culpa de su origen maligno, con lo que habrá de enfrentarse a la corrupción y recuperar lo que de integro pueda albergar todavía en su fuero interno. Una vez liberado del perverso simbionte, le tocará luchar contra él de forma externa, porque pasará a ocupar el cuerpo de su más directo rival en la vida cotidiana de su trabajo en el periódico, naciendo el villano Veneno con capacidad para librar batallas aéreas mediante la práctica del sky-surf. Raimi se resistió a incorporar dicho personaje, no porque no lo considerara un enemigo a la altura de Spider-Man, sino por falta de identificación generacional en su diseño. Es de creación ochentera y no pertenece a su cultura freak, aunque finalmente se avino a incluirlo haciendo una concesión a los lectores más jóvenes del cómic.
Los nuevos villanos
En el doble papel de Brook hijo-Veneno aparece el pujante actor Topher Grace, encumbrado por su brillante caracterización de joven ejecutivo agresivo en «In Good Company», la inteligente sátira de los hermanos Weitz acerca del implacable sistema empresarial que no respeta la experiencia en un puesto de trabajo. No menos peso tiene dentro del reparto Thomas Haden Church, que viene de triunfar en el cine independiente tras compartir protagonismo con Paul Giamatti en «Entre copas». Él es el Hombre de Arena, un delincuente que sufre una mutación a resultas de un experimento fallido en un laboratorio, desintegrándose en minúsculas partículas que lo convierten en una materia difícil de ser combatida y destruida. Completa el trío de villanos James Franco, el James Dean televisivo, que trata de vengar a su padre y hereda el traje de Duende Verde que lució interpretativamente Willem Dafoe. La nueva chica es la actriz Bryce Dallas Howard, a la que Shyamalan eligió para ser la sirena de «La joven del agua», y que es la antigua novia del Hombre Araña, un primer amor que protagoniza un reencuentro nada oportuno destinado a provocar los celos de Mary Jane, la pareja oficial encarnada por Kirsten Dunst.
Cuando Topher Grace y Thomas Haden Church fueron convocados para el casting, en realidad no sabían la película para la que iban a ser finalmente contratados, por lo que eran ignorantes del duro trabajo que les aguardaba. El primero tuvo que ganar nueve kilos de peso, todo ello traducido a pura masa muscular, mientras que su compañero de reparto necesitó dieciséis meses de entrenamiento para conseguir un físico más poderoso, bien distinto del aspecto fondón y descuidado que lucía en «Entre copas». Quien piense que las escenas de acción se resuelven por entero en la posproducción se equivoca, ya que el trabajo durante el rodaje con los especialistas y los actores sigue siendo imprescindible. Es un riesgo que el estelar Tobey Maguire conoce muy bien, por la lesión de espalda que sufrió durante la filmación de una escena complicada en la anterior entrega. La rehabilitación ha llegado a ser parte de los ensayos para el nuevo rodaje, al grito de «el show debe continuar».
Dirección: Sam Raimi.
Guión: Sam Raimi, Ivan Raimi
y Alvin Sargent, sobre el
cómic de Stan Lee y
Steve Ditko.
Producción: Avi Arad, Grant Curtis y Laura Ziskin.
Fotografía: Bill Pope.
Música: Christopher Young.
Intérpretes: Tobey Maguire, Kirsten Dunst, James Franco, Topher Grace, Thomas Haden Church, Bryce Dallas Howard, James Cromwell, Rosemary Harris, J.K. Simmons, Cliff Robertson, Theresa Russell.
País: EE.UU., 2007.
Duración: 156 minutos.
Género: Fantástica.
Todos los analistas del mercado cinematográfico están seguros de que habrá una cuarta entrega de las aventuras de Spiderman, porque dos más dos siempre suman cuatro. En la presentación de la tercera entrega el equipo artístico mostraba sus dudas, pero el crear incertidumbre entra dentro del juego consistente de ir generando la máxima expectación. Las dos primeras entregas arrojaron ganancias por un total de 1.600 millones de dólares, saldo favorable que crecerá con «Spider-Man 3». De cara a firmar un nuevo contrato, Tobey Maguire es el primero en poner inconvenientes para hacer que suba la contraoferta.
La tercera entrega incluye espectaculares escenas con agua, maíz en lugar de arena... pero Raimi apunta que «me gusta captar la acción en la cámara. Los efectos visuales son una herramienta fantástica, pero si un hombre puede hacerlo, hagámoslo».
Peter Parker consigue equilibrar la balanza entre su devoción a M.J. y sus deberes como superhéroe. Pero, cuando su traje se transforma de repente, convirtiéndose en negro y potenciando sus poderes, también cambia Peter. Aparecen el orgullo y el exceso de confianza.