Bruesa Gipuzkoa Basket mostró ante el DKV Joventut las virtudes y los defectos que le han acompañado en la temporada de su estreno en la ACB, una competición de la que se despidió ayer la afición de Illunbe. El colista de la categoría volvió a dejar claro que le sobra corazón pero que, a la vez, le falta talento. El partido ante los catalanes fue un nuevo ejemplo de ello.

Y es que los jugadores de Porfi Fisac fueron capaces de acercarse a un punto de los visitantes a cuatro minutos del final (58-59), después de ir perdiendo por catorce puntos (34-48) en el tercer cuarto. No obstante, cuando llegó el momento de certificar la remontada, es decir, de sustituir el corazón por la cabeza y la precisión, volvieron las pérdidas que tanto daño han hecho durante esta campaña.

Así las cosas, el Joventut, sin hacer nada de otro mundo y lejos de mostrar el potencial que le ha encaramado a la tercera posición de la Liga, sentenció con un par de canastas fáciles y con el acierto de Rudy Fernández desde el tiro libre.

Gipuzkoa Basket, como ha sucedido otras veces en el presente ejercicio, quizás por contagio, volvió a conseguir que a su rival se le nublara las ideas por momentos. Una de sus virtudes, sin duda. Al mismo tiempo, los guipuzcoanos volvieron a errar en ataque cuando el choque estaba apretado. Uno de sus defectos, por contra. Con 52-55, por ejemplo, tuvieron hasta cuatro opciones claras para apretar el luminoso. Pero no acertaron ni desde el triple, ni desde el tiro libre, ni al contraataque, ni bajo canasta. Demasiados regalos para ganar al Joventut, por mucho que éste también estuviera atascado en ataque.

Sea como fuere, los aficionados que se acercaron a Illunbe despidieron como se debe a un equipo que, aunque no haya podido cumplir el objetivo de la permanencia, se ha dejado el alma en el intento.