Como los malos estudiantes que sólo cuando ven que se aproximan los exámenes finales se ponen a hincar los codos, los equipos vascos de la elite futbo- lística se preparan para afrontar las cuatro últimas jornadas con la rémora de no haber hecho a tiempo los deberes.

Su vagancia le puede costar muy cara a alguno de ellos, cosechando el «premio» del suspenso de la Segunda División. Como siempre, los principales paganos serán los incondicionales de la grada, quienes sufrirán con sus ídolos y que, calculadora en mano, se convertirán llegadas estas fechas en aprendices de matemáticos, buscando esa mágica combinación numérica que les aleje del infierno.

Las cábalas balompédicas van a ser el pan nuestro de cada día en las siguientes semanas y el tema prioritario de conversación en el trabajo, la compra o el bar. Para tratar de aportar algo de luz a ese debate, en las próximas líneas analizaremos los compromisos que les restan a nuestros equipos, que determinarán si han sido merecedores de mantenerse un año más en la máxima categoría

La cuenta atrás la iniciará el Athletic -el que peor calendario a priori tiene- en el partido que cerrará la jornada del próximo sábado. Televisado en abierto (La Sexta, 22.00), los leones tienen un difícil compromiso en La Romareda, pese a que el estadio maño no se les ha dado mal en las últimas seis temporadas, donde han arrancado una victoria y cuatro empates.

La seguridad casera de los de Víctor Fernández -sólo han perdido en su feudo ante Osasuna y Valencia- y el hecho de que se estén jugando un puesto para la Copa de la UEFA, sumado a la endeblez defensiva de los bilbainos, hacen prever que el choque sea francamente complicado.

Mal precedente en Levante

Por su parte, Osasuna es quien menos urgencias tiene merced a su colchón de puntos, pero su trayectoria liguera más inmediata no invita precisamente al optimismo. De ahí que una derrota en su próxima visita al Levante no sólo propiciaría que los valencianos le adelantaran en la clasificación, sino que además dejaría a los navarros en una delicada situación.

Sólo en una ocasión han rendido visita los rojillos al Ciutat de València y no fue ciertamente halagüeña. Coincidió con la época Schuster -técnico maldito para la escuadra osasunista- y encajaron un contundente 4-0. Habrá que confiar en que no sea un mal presagio.

El envite más comprometido de la trigesimoquinta jornada lo vivirá la Real Sociedad. Los donostiarras tienen que medirse ante el Celta en un choque en el que quien salga derrotado tendrá prácticamente los dos pies en Segunda.

Los de Lotina están obligados a confirmar su postrera racha positiva con una nueva victoria si quieren obrar el milagro y mantener sus opciones de cara a mantenerse en la elite antes de disputar el siguiente duelo, en este caso con un marcado carácter fratricida.

Será en El Sadar donde blanquiazules y rojillos se medirán el fin de semana de las elecciones -todavía sin determinar si se jugará el sábado o el domingo-, con mucho en juego si los de Ziganda caen en Levante y los guipuzcoanos salvan con honor su enfrentamiento ante los celtiñas.

De darse esas circunstancias, la Real podría colocarse a tiro de piedra de los navarros, caso de que, con una victoria, acrecentaran la nefasta trayectoria liguera casera de éstos últimos. Osasuna, que entonces sí se encon- traría en serio peligro, podría por contra, de alzarse con una ansiada victoria, certificar su permanencia y hundir con toda probabilidad a los donostiarras.

Por contra, el Athletic daría un paso de gigante si en esa antepenúltima jornada consigue doblegar al Mallorca en San Mamés. Los isleños, matemáticamente salvados hace tiempo y ubicados en tierra de nadie en la clasificación, arribarán en Bilbo con la «motivación» de los posibles maletines y dispuestos a hacer valer la fragilidad de los vizcainos en su estadio, donde sólo han obtenido tres triunfos de diecisiete partidos.

En favor de los de Mané estaría el conocer casi con toda seguridad el nombre de dos escuadras ya descendidas y el que deportivamente su rival no se jugará nada.

Con la llegada de la penúltima jornada, las cosas pueden estar muy claras para nuestros representantes, tanto para bien como para mal. Si a esas alturas Osasuna ya está salvado, bien podría echar un cable a Real y Athletic arrancando algún punto del campo del Betis. De no estar en una coyuntura tan favorable, los rojillos se estarían jugando en el Ruiz de Lopera un auténtico match point.

La Real, si a esas alturas continúa con opciones, tendría el choque más «sencillo» de los cuatro que le restan en este decisivo final de temporada. Se medirá a un Racing que, al igual que el Mallorca, no tendrá mayor incentivo que el económico que pueda provenir de otros equipos en apuros.

Por último, y en lo que se refiere a esta trigesimoséptima jornada, el Athletic tendrá que desplazarse a El Madrigal. De las posibilidades que mantenga el Villarreal de ocupar un puesto en la Copa de la UEFA dependerá la resistencia que pongan los castellonenses.

Ultima jornada de infarto

La última jornada puede ser de infarto para los de Mané, que serán los anfitriones del Levante en San Mamés. Si los rojiblancos y los valencianos, que tampoco tienen un calendario fácil, no han rascado bola hasta entonces, la Catedral puede ser escenario de un envite con tintes dramáticos.

En cuanto a la Real, los guipuzcoanos se enfrentarán curiosamente al otro equipo de la ciudad del Turia, el Valencia. Al ritmo que van, los de Quique Sánchez Flores pueden estar a esas alturas clasificados para la previa de la Champions y pensando más en las vacaciones que en otra cosa.

En el caso de Osasuna, ya se puede anticipar que el último encuentro liguero va a estar marcado por la tensión. Bien porque los rojillos se jueguen la permanencia, bien porque le tienen ganas de la primera vuelta, la realidad es que el choque ante el Atlético de Madrid se va a plantear como una revancha, con los colchoneros en la lucha por un puesto en UEFA.