El primer convoy partió de la localidad surcoreana de Munsan en dirección a la línea de demarcación que divide la península coreana. Otro tren, esta vez desde el norte, hizo el recorrido a la inversa. Por vez primera desde 1951, año en que se cerró el tráfico férreo, trenes con ciudadanos del norte y del sur del país transitaron por los cuatro kilómetros de la llamada zona desmilitarizada.

El primer cruce ferroviario entre las dos Coreas en medio siglo no fue un viaje de larga distancia, apenas una veintena de kilómetros recorrieron los convoyes, pero sí el símbolo de un largo recorrido político. Fue la cumbre de 2000, liderada por el líder norcoreano Kim Jong-il y el entonces presidente surcoreano, Kim Dae-jung, la que dejó establecidos dos acuerdos básicos: la apertura de las conexiones por carretera (2005) y el restablecimiento de la conexión ferroviaria, materializado, de manera incipiente, con el viaje de ayer.

Han sido muchos los obstáculos que han surgido desde que se lanzara el proceso de acercamiento entre los gobiernos de Seúl y Pyongyang hace ya siete años. La colaboración económica ha experimentado un crecimiento constante, hasta el punto de que hoy Corea del Sur es el primer abastecedor de la República Popular Democrática de Corea después de China. Sin embargo, el deshielo político es otra cuestión. La decisión de EEUU de utilizar la presión, tanto diplomática como financiera (congelación de fondos de la RPDC en el extranjero), contra el Gobierno comunista y la utilización por éste de la «disuasión nuclear» han tenido como efecto colateral el enfriamiento de las relaciones norte-sur. La decisión de EEUU de desbloquear a principios de esta semana esas cuentas de Pyongyang debería dar un impulso inmediato al acuerdo de desnuclearización sellado el pasado febrero. Ese paso de Washington ha sido un revulsivo para que eche a andar de nuevo un tren que es sinónimo de conexión entre dos territorios que buscan acabar con una división impuesta por una guerra de cuyo final se cumplirán en julio 53 años.