Anika Gil Iruñea
¡Aupa Germán!
Todavía no he digerido la noticia de tu muerte. Me resisto a pensar que no volveré a verte, a reírme con tus ingeniosas salidas, a recibir tus sabios consejos y tus prácticas visiones de la vida. Siempre has sido para mí un referente, «mi modelo de sindicalista» te llamaba. Lo sigues siendo y lo serás para siempre, amigo. Y es que, aquellos que hemos tenido la grandísima suerte de trabajar contigo, de compartir espacios de vida y militancia, sabemos de tu gran capacidad, de tu modo de ser consecuente, de tu trabajo incansable para conseguir, como las hormiguitas, conocer, acercarte, compartir y luchar por diferentes realidades y personas. Hemos conocido tu esfuerzo por dotar a la clase trabajadora de dignidad, por plantar batallas junto a los más desfavorecidos y castigados sin perder un ápice de ilusión y de ganas, aún en los momentos más difíciles.
«No hay que tomarse las cosas tan a pecho», decías cuando un asunto agobiaba tanto que hacía daño. Nos enseñabas a encajar los golpes, y a disfrutar de las pequeñas victorias.
No hay palabras para expresar lo que siento, para definirte en toda tu dimensión. Y es que, amigo, tu mejor legado es la fuerza para seguir adelante, el relevo en la lucha y la determinación de llevar tu trabajo y filosofía a buen término, tus ganas de vivir la vida en todos sus aspectos, el recuerdo de tu incansable implicación. Son muchas las lecciones que hemos aprendido contigo. Ahora nos queda el llevarlas a término sin tu presencia física. Menos mal que formas parte de nosotros y nosotras, de nuestro sindicato LAB, y siempre serás nuestro apoyo.
Teníamos pendiente una comida. ¿Te acuerdas? Ya me encargaré de llamar a Josune y a Mabel. Hemos de celebrarla y brindaremos con el mejor vino por ti, compañero. Allá donde estés, seguro que brindas con nosotras. Un abrazo fuerte, y hasta la victoria siempre.