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«Zodiac» y «4 luni, 3 saptamini si 2 zile» llevan al Festival de Cannes al lado oscuro

El eje central de la segunda jornada del Festival de Cannes fue la proyección de la producción estadounidense «Zodiac». El director David Fincher recurre en el tema de los asesinatos en serie que tanto éxito le procuró en «Se7en», aunque en este caso deja la imaginación a un lado para ceñirse a un caso real. También ayer se proyectó la menos anunciada pero no por ello de menor calidad «4 luni, 3 saptamini si 2 zile», del rumano Cristian Mungiu.

Eliseo GARCÍA | CANNES

La muy publicitada «Zodiac», de David Fincher, y la tan humilde como soberbia «4 luni, 3 saptamini si 2 zile», del rumano Cristian Mungiu, coincidieron ayer en llevar al brillante y soleado Festival de Cannes hacia los recovecos más oscuros del alma humana en la competición por la Palma de Oro.

La primera de ellas, protagonizada por Jake Gyllenhaal, Mark Ruffalo, Robert Downey Jr. y Chloe Sevigny, se aguardaba con ansia desde que Fincher (Denver, EEUU, 1962) anunciara su retorno a un tema, el de los asesinos sistemáticos, que en 1995 le catapultó al Olimpo gracias al arrasador triunfo de «Se7en» en todo el mundo.

Sin embargo, quien busque similitudes entre ambos filmes saldrá defraudado de «Zodiac», en la que Fincher deja de lado su reputada capacidad para imaginar tramas y se ciñe a un caso real, el del asesino del Zodíaco que aterró San Francisco a comienzos de los años 70, sin que jamás fuese capturado.

El film tiene la enorme virtud de que sus más de dos horas y media de metraje no se hacen eternas, gracias a la vivacidad del montaje y a una ambientación excelente.

Sin embargo, defraudará a los seguidores del Fincher más imaginativo, como el de «Se7en», «The Game» (1997) o «Fight Club» (1999), pues su limita a ser una película de género muy correcta, pero muy poco sobresaliente, que en EEUU desapareció con prontitud de las pantallas y sólo recaudó unos 33 millones de dólares. «Es una película para Estados Unidos y sobre Estados Unidos. Desafortunadamente, no tuvo éxito allí, porque no sé si los estadounidenses querían ver esto de sí mismos», opinó Gyllenhaal.

Y es que, además, Fincher afrontó el mismo problema que los policías que investigaron el caso: tener que barajar demasiados datos, lo que va en detrimento del desarrollo dramático de los personajes, pese a la solvencia de Gyllenhaal, Ruffalo y Sevigny. «Tienes que hacer sitio en la película para explicar qué ocurrió, con lo cual no podían introducirse muchos elementos que distrajeran», reconoció Fincher, quien era un niño cuando pasaron los hechos que narra en su obra. «Recuerdo lo que era ir a la escuela e ir seguido por la Policía para protegernos», evocó el cineasta, que considera el pánico vivido en esa época «una forma antigua de terrorismo». Distinta opinión expresó con ironía Gyllenhaal, quien apuntó que «hay un asesino del Zodíaco en todas las familias».

Posible campanada

Todo lo contrario que lo dicho de «Zodiac» es aplicable a la magnífica y durísima «4 luni, 3 saptamini si 2 zile», sin duda la mejor película vista hasta ahora en el certamen y plena de potencial para dar la campanada en el reparto de premios.

De estilo sobrio en el que no sobra ni falta un sólo plano, la cinta del rumano Mungiu es capaz de, a partir de una trama mínima y que transcurre en sólo un día, saber sacar a relucir lo mejor y lo peor del alma humana con magistral talento.

Para ello, el filme, ambientado en la Rumanía comunista de finales de los años 80, cuenta con un elenco de lujo en el que destacan Anamaria Marinca, Laura Vasiliu, Vlad Ivanov y Alex Potocean. Entre los cuatro, pero con claro protagonismo de Marinca, llevan el peso de una cinta sobre un tema ingrato -el aborto clandestino- que se muestra con toda crudeza.

La dureza de muchas imágenes se acompaña de una realización impecable, cámara al hombro, en la que el director de fotografía Oleg Mutu saca enorme partido a los fríos interiores y a los oscuros exteriores.

Una cinta, en resumen, en la que Mungiu (Iasi, 1968), ex profesor y periodista que debutó como director con «Occident» (2002), da fe de la emergencia del cine rumano, aunque Rumanía «está totalmente fuera del star-system», como reconoció él mismo.

Sobre la crudeza de algunas imágenes, Mungiu explicó que era importante porque la película «es sobre sobre las emociones en general y las consecuencias de las decisiones que se toman, y era preciso mostrarlas», explicó. También por ello deja aparentemente sueltos algunos detalles, porque «el filme acaba, pero la historia sigue, porque es un extracto de vida», subrayó Mungiu.

El vasco Pedro Aguilera, en la Quincena

Además de la sección oficial a concurso, ayer comenzaron otros apartados del Festival de Cannes no menos importantes, como Cannes Classics, desde donde se impulsa el patrimonio cinematográfico internacional; o el Mercado del Filme, que este año prevé recibir a 10.000 profesionales de 80 países, a los que propondrá 4.000 películas y 1.500 proyecciones.

Arrancó, igualmente, el ciclo de proyecciones del Cine de la Playa, en la que se rendirá homenaje a Palmas de Oro pasadas, como «Sailor et Lula» (1990) de David Lynch, que se proyectó ayer.

Hoy, el Festival abrirá nuevos espacios de proyecciones y actividades, como la sección oficial «Fuera de Competición». Y mañana explorará otros terrenos como «Todos los Cines del Mundo» para rendir homenaje a las cinematografías de un pequeño número de países. Colombia es uno de ellos.

Por otro lado, ayer se abrieron los habituales certámenes paralelos: la Semana de la Crítica, que se abrió con «Héros», de Bruno Merle, y la Quincena de los Realizadores. La Quincena, que se clausurará el día 27 con una cinta brasileña, «Mutum», de Sandra Kogut, se estrenó ayer con «Control», de Anton Corbijn, una coproducción entre Gran Bretaña y Australia. Entre las 23 películas de su selección figuran una coproducción hispano-francesa-estadounidense, «Savage Grace», de Tom Kalin, y la coproducción hispano-mexicana «La influencia», del realizador donostiarra Pedro Aguilera. Además, se proyectarán «PVC-1», del director colombiano Spiros Stathoulopoulos, y producción estadounidense.

María Luisa GASPAR

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