El presidente francés, el derechista Nicolas Sarkozy, nombró ayer primer ministro al reformador François Fillon, quien asumió el cargo con el ánimo de aplicar «todos» los compromisos de la campaña electoral, si bien estará a la «escucha» de sus compatriotas.

«Las elecciones presidenciales llevaron a los franceses a escoger una política nueva. Es mi deber, es mi mandato. Respetaré todos los compromisos suscritos, porque la renovación de la vida política tiene ese precio», aseguró Fillon, de 53 años al final de la ceremonia del traspaso de poderes con su predecesor, Dominique de Villepin.

Afirmó que asume el cargo con el ánimo de «servir a Francia» para renovarla, defender su identidad y darle «un lugar eminente» en el mundo con «pasión y confianza en el futuro» y se comprometió a «defender su identidad», «defender sus valores», «actuar por el interés general, uniendo a la nación», y tener «el espíritu de apertura» deseada por Sarkozy.

Ironías del destino, De Villepin dio ayer las llaves de Matignon a Fillon, con quien no contó cuando tomó las riendas del Gobierno el 31 de mayo de 2005, tras el «no» de los franceses en el referéndum de la Constitución Europea. Despechado, Fillon, que había sido ministro de Asuntos Sociales y después de Educación con el antecesor de De Villepin, Jean-Pierre Raffarin, ofreció entonces públicamente sus servicios a Sarkozy, el único, según él, capaz de acabar con el «inmovilismo» y señaló que de la era de Chirac se recordarán «sólo mis reformas».

Como ministro de Asuntos Sociales impuso, en 2003, con el apoyo del sindicato CFDT y pese a las huelgas organizadas por la mayoría de las centrales, la reforma de las pensiones que lleva su nombre y que supuso un importante recorte de derechos. Y si, después de pasar por Educación, abandonó la polémica reforma del bachillerato, fue por orden del presidente Jacques Chirac, que temía que los estudiantes salieran a la calle justo antes del referéndum sobre la Constitución europea.

Se espera que su Gabinete, cuya composición se conocerá hoy, tenga ministros de centro y del PS, además de conservadores.

François Hollande, secretario general del PS, afirmó que será imposible que Fillon pueda desarrollar las reformas deseadas por Sarkozy, porque «es todo menos un hombre nuevo», ya que ha estado asociado a todos los gobiernos de derechas desde 1993 y «ha conocido más fracasos que éxitos».