El operativo contra el crimen organizado que están llevando a cabo las autoridades mexicanas se cobró el miércoles la vida de 27 personas, quince de ellas sicarios, lo que la convirtió en la jornada más sangrienta de los últimos años. Veintidós de estas muertes ocurrieron en Sonora, Estado fronterizo con EEUU.

Los hechos comenzaron por la mañana, cuando un grupo de entre 40 y 50 personas fuertemente armadas irrumpió en el poblado de Cananea y secuestró a siete policías locales y a dos civiles. Horas más tarde, la Policía encontró en una carretera los cadáveres esposados de cuatro de los agentes y, poco después, a los dos civiles y a otro policía.

Además, en el poblado de Arizpe, quince pistoleros murieron en un enfrentamiento armado con efectivos de la Policía, lo que elevó a veintidós el número de muertos en Sonora, sin que se conozca la organización a la que pertenecían.

También hubo dos víctimas en Veracruz, dos en Sinaloa, dos más en el Estado de México, una en el Distrito Federal y otra en Coahuila, con lo que las muertes atribuidas al crimen organizado sumaron 27 el miércoles.

México vive una ola de violencia producto del crimen organizado, contra el que el presidente, Felipe Calderón, ha declarado «una lucha sin cuartel» con el envío de militares y policías federales a una decena de estados.

Los carteles mafiosos iniciaron hace cuatro años una guerra por el control de plazas para la distribución de la droga hacia EEUU y el mercado local. Sólo en el año 2006 hubo al menos 2.000 muertos atribuidos al crimen organizado.