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Proceso electoral timorense

El laberíntico futuro de Timor Leste

El autor analiza la situación que se abre en Timor Leste tras la victoria en las elecciones presidenciales de José Ramos Horta, cuyo cargo de primer ministro lo ocupa desde ayer Estanislau da Silva, del Fretilin. El 30 de junio se celebran comicios legislativos. Recientemente, «The Economist» reconocía que la victoria de Ramos Horta en las presidenciales era una primera etapa, que podría completarse si en las elecciones parlamentarias de junio, Xanana Gusmao, con su recién creado CNRT, derrota al Fretilin y consigue el puesto de primer ministro. Tal vez sea la única publicación occidental que no ha tenido reparo en airear el objetivo final de determinados actores en torno al futuro de Timor Leste.

Txente REKONDO Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)

De momento, esas elecciones parlamentarias son el último escollo de un plan que parece concebido para «reconducir» a Timor Leste por la vía que Australia, EEUU y otros quieren, todo ello en defensa de sus intereses y olvidándose del pueblo timorense. Como han denunciado algunas voces, los medios de comunicación han desarrollado una estrategia en torno a los acontecimientos de aquella isla que han logrado distorsionar la realidad y reconducirla por los parámetros que más interesan a sus aliados.

De ahí los intentos por presentar el Gobierno del Fretilin como la consumación de «un Estado fallido» al que conviene «reconducir el rumbo», en aras de salvaguardar los intereses neocoloniales de Sydney y sus aliados. Para ello, la cabeza de turco, «el centro de todos los males», se buscó en torno al antiguo primer ministro, Mari Alkatiri, al que tras una brutal campaña se obligó a dimitir.

Es importante recordar el papel de este líder timorense, pues supo mantener el pulso ante las todopoderosas instituciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, rechazando los intentos de éstos por aplicar una política neoliberal que hipotecaría el futuro del recién nacido Estado de Timor Leste, al igual que ha ocurrido con otros países en el mundo. Además, no aceptó el chantaje australiano en torno a la explotación de los importantes recursos naturales (gas y petróleo), que a día de hoy todavía se disputan ambos estados.

Por todo ello, no es de extrañar la virulenta campaña contra el Fretilin que han mantenido los medios de comunicación australianos y que, además, ha derivado en un claro apoyo material e ideológico hacia la candidatura de Ramos Horta. Un medio como «The Australian» manifestó que la renuncia forzada de Mari Alkatiri era «una buena noticia para las compañías australianas que quieren hacer negocios en Dili».

La campaña presidencial ha mostrado también el ansia de algunas élites políticas ligadas a la vieja oligarquía timorense, a los antiguos colaboradores de la ocupación indonesia e, incluso, a los nostálgicos del colonialismo portugués, que no han dudado en aunar esfuerzos y apoyos para derrotar al candidato del Fretilin y apostar por Ramos Horta.

De todas formas, el desarrollo del proceso electoral sí ha demostrado que Timor Leste no es «un Estado fallido», y que la voluntad popular, manipulada o no, se ha mostrado en toda su crudeza, con esa especie de alianza de «todos contra el Fretilin», que, por el momento ha dado sus frutos, pero que difícilmente podrá articular una alternativa consistente de futuro. Los resultados han seguido la lógica matemática, lo que conducía a Ramos Horta al triunfo en la segunda vuelta, a pesar de que ha logrado acceder a la misma por unos diez mil votos.

Una lectura rápida de los resultados presidenciales permite señalar que el voto ha contado con un alto grado de regionalización, de apoyo personalista a determinados candidatos y con esa especie de frente contra el Fretilin. No obstante, las próximas elecciones parlamentarias del próximo 30 de junio pueden ofrecer una dinámica muy diferente.

Así, habrá que ver cuál es la expectativa popular que recoge el nuevo proyecto de Xanana Gusmao, que ha creado un nuevo partido «recuperando» las históricas siglas del CNRT, y si es capaz de absorber los votos de la oposición o debe pactar con ella para arrebatar el Gobierno al Fretilin, de quien se espera que pueda mantener la primera posición, aún perdiendo algunos escaños.

El círculo preconcebido por algunos actores se consumará si Xanana se hace con el cargo de primer ministro, pero si se ve obligado a pactar con la oposición conservadora y «socialdemócrata», las diferencias personales y la falta de un proyecto común, más allá del rechazo al Fretilin, puede llevar a esta estrategia a una muerte muy rápida en un futuro cercano.

Es todavía muy pronto para anticipar si la victoria de Ramos Horta es buena para el conjunto de la población de Timor Leste, pero no hay duda que sí lo es para los intereses australianos que se aseguran un fácil y cómodo acceso a los recursos naturales de la isla, para las empresas extranjeras dispuestas a «colaborar» con la reconstrucción del país (siempre a un alto interés) y para la oligarquía local, dispuesta siempre a cooperar con los extranjeros a cambio de poder gestionar las migajas que aquellos les deja.

De momento Ramos Horta ha mostrado su disposición hacia la jerarquía de la poderosa Iglesia Católica (que le mostró su apoyo durante la campaña), su deseo de que el papel de las fuerzas militares australianas se prolongue en el tiempo y que las puertas de Timor Leste pueden abrirse de par en par a las políticas devastadoras del FMI y del Banco Mundial.

El giro de la política exterior de un Estado dispuesto a pelear su independencia en todas las esferas puede consumarse, sobre todo si al frente del mismo está un personaje como Ramos Horta, quien en su día, en declaraciones a un medio regional ya manifestó que la retirada de EEUU de Irak «no es viable porque los costes podrían ser demasiado altos para los intereses de Washington».

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