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Una ligereza francesa y una pesadez rusa dejan a Cannes a media altura

La excesivamente ligera comedia «Les chansons d'amour», de Christophe Honoré, y el plúmbeo drama «Izgnanie», de Andrei Zvyagintsev, se conjugaron ayer para mantener a media altura la competición oficial en el Festival de Cannes, que cumplió su tercer día sin remontar el vuelo.

Eliseo GARCÍA | CANNES

La comedia francesa «Les chansons d'amour» recuerda a la película española «El otro lado de la cama" (2002), de Emilio Martínez Lázaro, y su continuación, «Los dos lados de la cama» (2005). Al igual que en estas dos comedias musicales, en la producción francesa los personajes se encaman unos con otros con la misma alegría con que se echan a cantar, pero con tal voz que suele quedar claro que son actores cantando, y no cantantes actuando.

El pase de esta película de Honoré (1970), quien debuta en la lucha por la Palma de Oro, se cerró con un correcto aplauso que sonó a poco, teniendo en cuenta que el filme francés juega en terreno propio.

«Hace tiempo que buscaba la oportunidad de hacer una comedia musical moderna y distinta», explicó Honoré, escoltado en la mesa por el autor de la música, Alex Beaupain, y los actores Chiara Mastroianni, Ludivine Sagnier, Clotilde Hesme, Grégoire Leprince-Ringuet y Louis Garrel.

Este último, que se dio a conocer en «Soñadores» (2003), con Bernardo Bertolucci, y ya trabajó con Honoré en «Dans Paris» (2002) y «Ma mère» (2003), asume el protagonismo de la cinta, en la que se entrega a toda suerte de dúos y tríos, tanto canoros como sexuales, y se afana por hacer simpático al personaje, casi siempre en balde.

El eje de la película, según Honoré, es que «todos los personajes son muy románticos, pero a la vez incapaces de expresar sus sentimientos, y como en la vida, a veces es difícil enamorarse».

Difícil también resulta enamorarse de la película, pues el intento de mezclar comedia y tragedia acaba por hacer que no cuaje en ninguno de los dos géneros.

Por motivos muy distintos, también es difícil adentrarse en el universo que presenta el ruso Zvyagintsev en «Izgnanie»( «The Banishment», en inglés).

Plena de amplios espacios naturales e interiores soberbiamente fotografiados por el operador Mijail Kritchman, la cinta se explaya durante dos horas y media largas -larguísimas- en los demonios que acosan a un hombre (interpretado por Konstantin Lavronenko) que se marcha con su esposa y sus dos hijos a vivir a la antigua casa familiar en el campo.

El filme es un cajón de sastre en el que, según el ojo de cada cual, cabe encontrar desde profundos significados religiosos y dimensiones trascendentes de la existencia -como defendió ayer su director- hasta poco menos que una trama mínima alargada hasta el sopor, como parecía opinar gran parte de la prensa que le brindó un tibio aplauso.

Aun así, Zvyagintsev (Novosibirsk, 1964) ha logrado una obra lo bastante oscura de argumento y brillante visualmente como para tenerla en cuenta a la hora de la entrega de premios. Máxime teniendo en cuenta que con su ópera prima, «El regreso» (2003) se llevó el León de Oro en el Festival de Venecia.

Magnífica Maria Bonnevie

Además, el director de fotografía Kritchman -que también trabajó en «El regreso»- firma algunos planos técnicamente asombrosos, capaces de pegarse a la retina, con independencia de que a efectos narrativos puedan ser perfectamente innecesarios. Otro punto a favor de la cinta es la magnífica interpretación de Maria Bonnevie, la protagonista femenina, cuyo mérito se acentúa si se tiene en cuenta que, siendo noruega, borda un personaje en ruso. «Es una actriz mágica, extraordinaria», subrayó Zvyagintsev tras el pase, en la que le acompañaron Lavronenko y Bonnevie.

El cineasta, confeso admirador de Andrei Tarkovski y Michelangelo Antonioni, argumentó que su cinta trata una dimensión trascendente de la vida, «como un sueño, que aunque sea trágico, tiene que ser hermoso», como las imágenes del filme.

Lo malo es cuando la lentitud de la acción y la duración de la cinta propician que el que acabe soñando sea el espectador.

«LES CHANSONS...»

Ismael es el compañero de Julie, pero Julie se entiende bien con Alice. Pronto el trío comparte la misma cama. La tragedia se impone entre canción y canción: Julie muere de un ataque cardiaco; Ismael, triste, se consolará pronto del lado de un joven bretón, Erwann.

«IZGNANIE»

Alex y Vera forman una pareja feliz. Todo parece derrumbarse cuando Vera anuncia a Alex que espera un tercer hijo, pero que no es de Alex. La película reflexiona sobre lo importante de las pruebas de amor para superar los problemas.

Julianne Moore conquista con «Savage Grace»

El paso de la grandeza a decadencia de los miembros de una adinerada familia, su tragedia incestuosa, magistralmente interpretada por Julianne Moore y captada en «Savage Grace» por el estadounidense Tom Kalin, conquistó ayer al público de La Quincena de los Realizadores. Rotundos aplausos y animados bravos en la sala despidieron el filme, que cuenta con Unax Ugalde entre sus intérpretes.

La notable dureza de las escenas finales de esta adaptación cinematográfica de la novela del mismo título estuvo impregnada en todo momento de una elegancia viscontiniana. En opinión del productor Icaer Monfort, el incesto que culmina la vida familiar de los protagonistas retrasó varios años su finalización, pues le hizo perder una parte de sus asociados estadounidenses. En EEUU llevaban casi ocho años intentando hacerla, pero «el puritanismo dominante» lo impidió, resaltó Monfort, «convencido» de que eso ha motivado que «Savage Grace» se haya estrenado en La Quincena de los Realizadores, y no en la selección oficial de Cannes.

Con respecto a la controvertida protagonista, Bárbara Baekeland, «era un papel muy difícil, pues era una mujer llena de gracia, de elegancia, de dulzura. No era un monstruo», subrayó Julianne Moore, indudable estrella de la cinta.

María Luisa GASPAR

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