Josemi Arrugaeta La Habana
Eva también cubana
Desde principios de los años 60 Eva Forest y Alfonso Sastre iniciaron una estrecha y entrañable relación de amor y solidaridad con la Revolución cubana. El entonces joven y vigoroso proceso político del país caribeño vivía sus intensos años verde olivo. Todo era un cambio permanente, una revolución constante donde la cultura en todo su sentido ocupaba un papel esencial en la transformación, no sólo de la realidad, sino sobre todo del ser humano. En Casa de las Américas, entonces dirigida por Haydée Santamaría con cariño infinito, Alfonso y Eva, Eva y Alfon- so, encontraron a sus iguales, aquéllos cuyo destino es perseguir las utopías, construirlas, formar parte de ellas, y en esos tiempos compartieron sus sueños con Haydée, con el Che, con Fidel y con docenas de intelectuales y escritores, entonces poco conocidos y que hoy son las personalidades más reconocidas de las letras y la cultura del continente. En esos tiempos anudaron amistades para siempre, complicidades humanas y de ideas que durarían toda una vida.
Luego vinieron tiempos más confusos. La muerte del Che en la guerrilla boliviana marcó un cambio, como una frontera a la conquista del cielo por asalto, y comenzaron las deserciones y los distanciamientos de «compañeros de viaje» que prefirieron la aceptación y el éxito seguro que hacer frente a las imperfecciones de toda obra humana, pero Eva nunca fue mujer de hacer concesiones y defendió la Revolución contra vientos y mareas, en medio de contratiempos y acosos.
Siguió visitando Cuba con regularidad, colaborando con Casa, construyendo proyectos culturales y editoriales, interesándose y compartiendo los problemas y dificultades de la Revolución, porque también era de ella. Durante los últimos años era casi obligada su presencia en las multitudinarias ferias del libro en La Habana con la editorial Hiru, su participación en el programa de la televisión cubana «Mesa Redonda» o su asistencia a reuniones de intelectuales.
Casa de Las Américas, la Unión de Escritores y Artistas Cubanos, el Instituto del Libro, el Ministerio de Cultura y, sobre todo, los muchos y buenos amigos que tiene en este país, han seguido estos días con tristeza la enfermedad que se la ha llevado de entre nosotros. Y ha querido la casualidad que fuese el mismo día en que cayó combatiendo por la libertad de Cuba el más grande de los cubanos, José Martí, quien afirmó que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida, y Eva siempre la cumplió bien y a cabalidad.
Cuba y su Revolución siempre fueron para ella la tierra de las utopías. Fiel y leal a sus principios, mantuvo con firmeza su amistad por la Revolución cubana durante toda su vida, por eso Eva también es cubana y así la sienten sus amigos de esta tierra a la que ofreció siempre lo mejor de su corazón y de sus ideas.