Imanol Unanue Astoreka Activista social
Uri Geller
Me volví miope cuando Uri Geller logró asombrarme con su facilidad en el doblado de cucharillas con el poder de la mente. Fue asombroso comprobar lo mágico de algunas personas, generalmente con acento extraño, que me hacían soñar en imitarlos, por eso tal vez pensé que algún día podría volar o levitar, ver a través de las paredes, respirar bajo el agua.
Con el tiempo la gracia, al igual que la inocencia, a base de tortazos con la realidad se difuminó y las personas a imitar dieron paso a frikis que parten nueces con el culo, personas que reclaman ser las más cabezonas de la comarca o los que huyendo de la moda impuesta reclaman para sí el título de ser los más feos. Es como que la creatividad y lo realmente original hayan dado paso a la vulgaridad, lo simple, la risa fácil. Dejaron de ser referentes a imitar.
Nadie igualará al maravilloso doblador de cucharas de mi infancia, también la edad aporta la justa inocencia para admitir todo lo que se dice y se ve, pero reconozco que lo visto y oído durante la campaña electoral imitaba la mágica mirada del mago, sólo que no me lo he creído. No tengo edad para que los cuentistas del poder me manipulen con facilidad, estoy un poco resistente a sorpresas e ilusiones. Es que el día a día les delataba el falso truco.
Vulgares los políticos acorbatados y de gesto aprendido que han pretendido con todos los medios a su alcance demostrar ser los más graciosos negándonos derechos de participación en los gobiernos más cercanos. Para ello, se han sacado de la chistera leyes, jueces y medios, argumentos como que ser perseguido da ventajas, que ilegalizar ha sido beneficioso, que los violentos siempre son los que se oponen a lo impuesto, etc.
Términos como contaminados o listas contaminadas, ideas perjudiciales... y se pasaron con la gracia y coló, como dijo el fiscal. Y es que en este circo había mucho payaso y mucha competencia por hacer burradas. O sea, que han pretendido sorprendernos clavando clavos con la cabeza y se han dañado de tontos que son.
Claro que lo de Uri Geller no se repitió más y sin embargo los citados políticos legales pretenden seguir logrando la gracia, siguen siendo tercos en sus actuaciones y verborrea, me aburren. Siguen jugando al engaño, puesto que su juego no da para más. Ahora nos repiten que lo logrado en las urnas es el deseo popular, nada de concentrarse en lo ocurrido y mejorar la magia, comparándose con los antiguos magos; mojando camisetas y midiendo pechos, para satisfacer sus mentes enfermas y carentes de afecto, seguirán hablándonos del TAV y del desarrollo sostenible, mientras no respetan el medio, gastando cemento y haciendo miles de edificios invasores, señalando posibles violentos opositores. Pero están nerviosos puesto que el público no sólo ya no ríe sino que incluso huye de sus actuaciones, se quedan solos .
Será que la mayoría quiere magos y no bufones, quiere capacidad mental y no trampas, quiere opinar y no sólo aplaudir cuando se indica, será que incluso mi miopía tiene corrección con lentes y me permite seguir viendo con nitidez la cara transformada de los charlatanes que estos días aún no se atreven a reconocer que muchos ya no les creemos.
El televisor era en blanco y negro, no tenía mando a distancia, ni cientos de canales, pero el momento fue inmejorable, irrepetible, lo vi y lo recuerdo, igual que este domingo pasado recuerdo la farsa de quien nos permitía votarles y negaba lo que elegimos muchos, pero el momento del recuento no lo olvidaré, mereció la pena.