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Raimundo Fitero

Iguales

El goteo de vídeos que nos van soltando por las televisiones desde el Departamento de Interior de la Generalitat de Catalunya no es nada casual, ni fruto de una campaña de desprestigio, sino una táctica para intentar frenar un poco los usos y costumbres en las comisarías de los Mossos. Piénsese que ahora está al frente de ese Departamento desde hace unos meses un hombre de la izquierda, pero que ese Cuerpo se formó con los convergentes en el poder y, como es bien sabido, la formación en estos asuntos de malos tratos, o sea tortura, es algo consustancial a las nociones de orden. La represión llevada como estandarte da alas a todos esos seres humanos, insisto, excedentes sociales que forman los cuerpos represivos sea en autonomías, países, estados o regiones. No es un acto aislado, es una manera de ser policía.

El último vídeo sirve también para apoyar la ley de igualdad: las mujeres policías son tan descerebradas, violentas y acomplejadas como sus maestros los varones. Lo habíamos visto en Irak, cuando una sargento se ponía al frente de las torturas y vejaciones, y lo pudimos comprobar en nuestras carnes cuando en las manifestaciones algunas beltzak molían a palos al pueblo vasco dejando un olor a perfume barato. Las mujeres policías del último vídeo se ceban, vejan y yo hasta diría que cometen abuso sexual con una detenida de origen ruso. Le hacen desprenderse de su blusa y la dejan con el torso desnudo. ¿Por qué? Esto viene en los manuales del buen torturador. Para que se sienta el detenido todavía más indefenso. Eso es lo que se hace constantemente.

Noto a faltar en estas piezas del terror policial «democrático», el audio, porque seguro que lo que van diciendo es una parte fundamental de su instrucción represora. Las amenazas, los insultos, la chulería y la agresión verbal son otro de los sistemas empleados. Que nadie se quede tranquilo con los vídeos. Hay demasiadas comisarías sin grabaciones, y hay muchos lugares en las comisarías donde dar palizas y hacerse los machos o las hembras frente a indefensos ciudadanos. Iguales, todas son iguales. Todas las policías abusan y lo hacen con el consentimiento general. Éste es el drama.

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