Como individuo mediatizado, hay mañanas en las que las preguntas se amontonan por encima de la norma y la lógica. Quizás una de las diferencias entre el chimpancé y su supuesta evolución que somos nosotros resida en la capacidad de preguntarse los porqués sobre asuntos de relativa importancia y trascendencia, al igual que por problemas absolutamente inducidos por unas mareas informativas que escapan, en primera instancia, a la capacidad de discernimiento del común de los consumidores televisivos.

Una de las preguntas recurrentes en este amanecer nublado se refiere a la niña Madeleine, que al parecer (y perdonen la irreverente retórica) ha sido secuestrada en un lugar de Portugal. Tiene que ser muy doloroso que te arranquen a tu hija; me lo imagino como algo que debe causar un dolor insufrible, que te cambia la visión de la vida. Es obligación de padres que intentes por todos los medios saber algo sobre ese ser indefenso al que quieres y que sospechas está siendo maltratado o incluso que ha podido ser asesinado. Hasta aquí es todo normal, correcto. Y que los padres intenten mantener el caso abierto, que busquen ayudas, me parece que es un deber. Perfecto. Pero aquí viene mi duda, ¿por qué esta niña, este caso, logra durante un mes seguido estar tan en primera página de los noticiarios televisivos mientras otras docenas de casos, quizás cientos o miles, similares, o hasta más estructurales pero igual de vejatorios y criminales en otros rincones del planeta se silencian?

Sí, ¿por qué? Ha tomado un relevancia mediática que me abre la caja de todas las sospechas. Es un niña hermosa, rubia, blanca como la leche, con unos padres estupendos, pero ¿es lógico que sea noticia de apertura una bendición del Papa Benedicto a la foto de la niña, portada por sus padres británicos y católicos, que un deportista tan mediático como Beckam haga anuncios, se supone que gratuitos, pidiendo su liberación o que les reciba el propio ministro del Interior español? ¿Qué resortes está moviendo esta familia para lograr esta presencia en los medios? Si esta presión mediática es consejo policial, tengo mis dudas razonables sobre su eficacia para un feliz desenlace.