GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

El autillo y el murciélago, vigías en la oscuridad

Fauna nocturna urbana, cercana y desconocida

Piii. Piii. Piii. Es el canto del autillo. Sabemos que está ahí, emitiendo su típico canto, pero no lo vemos. Este precioso animal es como un búho en miniatura, una rapaz que comparte la oscuridad de Iruñea con el nóctulo mediano, un murciélago muy especial.

IÑAKI VIGOR

El autillo es una de las numerosas aves que rondan la noche de Iruñea. Quien desee verlo deberá tener mucha paciencia, esperar horas y horas, conocer sus hábitos, dónde anida, dónde caza, por dónde se mueve, dónde se posa. Quien consiga verlo, no se arrepentirá de la espera. Tiene unos ojos amarillos muy llamativos, alcanza 20 centímetros de altura y medio metro de envergadura. Desconocida para la gran mayoría de la población, esta vivaracha rapaz hace sus nidos en los agujeros de la muralla de la ciudad, o en los árboles de parques y jardines, principalmente de la Taconera. En la zona del perímetro de la muralla viven unas 20- 25 parejas de autillos, población considerable si se tiene en cuenta que en todo Gipuzkoa apenas hay una treintena de territorios con presencia de este animal.

La vieja muralla de la ciudad se ha convertido en uno de sus hábitats preferidos. El autillo ha recurrido a los recovecos de las piedras para anidar, ya que los árboles con agujeros cada vez son más escasos. Los viejos troncos se podan y se plantan nuevos ejemplares, lo que deja al autillo sin hogar.

No existe un estudio comparativo sobre la población de autillos en las ciudades, y por lo tanto no se puede afirmar que Iruñea tenga una mayor población de estas rapaces. Lo que sí tiene es un periodista ambiental especializado en autillos. Se llama Eduardo Berián Luna, y es autor de un amplio estudio sobre esta especie. Cuando vio por primera vez un autillo, allá por el año 1997, se quedó fascinado por su belleza. «Lo vi en la Taconera, y me pareció un animal precioso. Fue después de una semana de nieves, y me pregunté cómo era posible que aquel bicho, siendo insectívoro, estuviera allí», recuerda este periodista. Con el tiempo, supo que el autillo es insectívoro en época de reproducción, porque los pollos necesitan insectos para alimentarse pero, cuando puede y lo necesita, también caza ratones, pajarillos e incluso murciélagos.

Aquella fascinación por el autillo le impulsó a conocer más a fondo a este animal, a investigar cuántos nidos había, hacer recuentos, conocer sus costumbres, fotografiarlos... Eduardo Berián desarrolló durante años esta afición nocturna, hasta convertirse en un experto. Con todo el material recogido, escribió un libro dedicado en exclusiva a esta rapaz, que fue premiado el pasado año por el Ayuntamiento de Iruñea en el concurso de «Fauna urbana libre».

Conocer las especies más cercanas

Este periodista ambiental pertenece a la Asociación de Amigos de la Fauna Urbana de Iruñea, creada en 2003 con el objetivo de trabajar en la conservación de especies y divulgar los valores naturales más cercanos, y no sólo los de los parques naturales y otros espacios protegidos. «Queremos que la concienciación sobre los valores naturales no gire sólo en torno al oso, al quebrantahuesos o al lince, que son animales en peligro de extinción, de los que todo el mundo ha oído hablar. Nosotros aspiramos a que la concienciación venga directamente de las especies más cercanas, las que tenemos al lado de donde vivimos. Para concienciar a los más txikis, la divulgación de los valores naturales a través del mirlo, de la paloma o del estornino puede servir igual de bien que con otros animales más difíciles de ver», explica Eduardo Berián.

Esta asociación, que cuenta con una veintena de colaboradores, lleva un tiempo trabajando en un plan de conservación del autillo en Iruñea, consistente en colocar cajas-nido en los parques de la ciudad para facilitar su reproducción, ya que encontrar agujeros en árboles o edificaciones no siempre es tarea fácil. Así, durante el año 2005 colocaron 26 cajas-nido en diversas zonas de la ciudad, y en la actualidad ya están siendo utilizadas para la cría unas 15 de ellas.

Pero no sólo de autillos vive el buen aficionado. Eduardo Berián también ha estado estudiando otras especies nocturnas en Iruñea, lo que le permite disfrutar de vez en cuando con alguna lechucilla, allá por agosto o setiembre. Además, junto con otros miembros de la asociación, está elaborando un censo de pajaricos de día, que se pueden ver durante todo el año.

Y es que, al igual que otras ciudades de su entorno, la capital navarra alberga más de un centenar de especies de fauna silvestre, desde las ya familiares y sedentarias palomas y gorriones, hasta aves migratorias como el vencejo, herrerillos, carboneros, petirrojos, jilgueros y otros pajarillos cuyo avistamiento es relativamente fácil en el Parque Fluvial del río Arga.

Nuevas especies urbanas

El calorcillo de la ciudad y la relativa facilidad para encontrar alimento en forma de desperdicios que los humanos dejamos en papeleras, contenedores o tirados por los jardines, están atrayendo en los últimos años a especies nuevas. Son especies que hasta hace pocas décadas sólo se veían en el campo, y que ahora han encontrado en la ciudad alimento y refugio, porque el ser humano no les hace nada y encuentran facilidad para anidar y reproducirse en muchos parques y jardines.

En Iruñea están teniendo una gran expansión las urracas, también conocidas como picarazas, que no tienen problemas para poner sus nidos en cualquier árbol alto o incluso en arbustos. También resulta cada vez más habitual ver grajillas, unas aves negras con la cabeza grisácea, y estorninos, que en otoño llegan por millares y forman gigantescos bandos que sobrevuelan el parque de la Taconera y la Vuelta del Castillo con sus histriónicos chillidos.

Por el contrario, en Iruñea cada vez se ven menos golondrinas. Hasta hace pocas décadas era verdaderamente llamativa la presencia de los llamados «aviones», que alegraban con sus piruetas el cielo de la ciudad. Llegaban en primavera, construían sus nidos debajo de los aleros de los edificios, cazaban grandes cantidades de mosquitos y desaparecían en otoño, en busca de territorios más cálidos y con más alimento.

En algunos pueblos los vecinos abrían las ventanas a las golondrinas para que entrasen, incluso construían sus nidos en los graneros. Ahora lo tienen más difícil. La falta de concienciación sobre los beneficios de estos animales, la mayor urbanización, la contaminación o, quizás, la ausencia de mosquitos debido a los insecticidas que echan en los campos, ha provocado una drástica disminución de estos acrobáticos voladores. Aun así, todavía es posible verlas sobrevolando las huertas de la Magdalena o construyendo sus nidos en pequeñas casas.

Dos colonias de nóctulo mediano

Si duda, el autillo es uno de los animales más curiosos y vistosos de la noche de Iruñea, pero existe otra especie, también nocturna, todavía más peculiar. Se trata del nóctulo mediano, cuyo nombre científico es nyctalus nóctula. Se trata de un murciélago de tamaño medio-grande, del que sólo existen dos colonias conocidas en toda la Península Ibérica: una en los parques de la capital navarra y otra en Zangoza. Hasta hace pocos años existía otra colonia en Madrid, concretamente en Aranjuez, pero se ha dado por desaparecida después de dos o tres años sin que se haya visto ningún ejemplar.

El nóctulo mediano es una especie migratoria, cuyas colonias de cría se encuentran desde los Alpes hacia el norte de Europa. Durante el verano, estos animales crían sus polluelos en los países más norteños del continente europeo, y entre agosto y setiembre se desplazan a la capital navarra para pasar el otoño y el invierno. Algunos machos se quedan sedentarios durante todo el año en la ciudad, pero las hembras desaparecen.

«Se supone que las hembras regresan a los países del centro y norte de Europa, pero esto todavía no ha podido confirmarse», explica Juan Tomás Alcalde Díaz de Cerio. Este doctor en Ciencias Biológicas, vecino de Iruñea, hizo su tesis doctoral sobre murciélagos y suele realizar trabajos para los gobiernos de Nafarroa y Aragón.

Este biólogo se ha preocupado de anillar ejemplares de estos mamíferos voladores para intentar conocer sus hábitos migratorios. «Pero todavía nadie ha conseguido anillas mías ni yo he conseguido animales anillados de otros investigadores que están realizando estudios en Europa. De momento, no tenemos seguridad de a dónde van las hembras de nóctulo mediano que yo anido aquí. Suponemos que irán a Holanda o Alemania, pero todavía no tenemos datos. Esto sigue siendo una incógnita», resume este biólogo pamplonés.

Su pasión por este animal le llevó a localizar unos 55 árboles-refugio en Iruñea. Según comprobó, en cada árbol se introducía un macho, bien en solitario o con un grupo de hembras, ya que lo habitual es que formen harenes a partir de setiembre-octubre. Los machos llegan en otoño y se establecen en distintos árboles. Aunque pasan inadvertidos para la mayoría de la población, desde sus refugios realizan unos chillidos tenues al amanecer y al anochecer, una especie de «chip, chip, chip», con el que tratan de atraer a las hembras. Se aparean con ellas en otoño y luego hibernan todos juntos, hasta que en primavera emprenden su regreso a países del centro y norte de Europa.

Al igual que el autillo, el nóctulo mediano se guarece dentro de los huecos de viejos árboles, y también le gustan mucho los cursos de agua tranquilos, como son el Arga y el Aragón. Los antiguos castaños de Iruñea o los viejos álamos de Zangoza probablemente hayan sido refugios de invernada muy tradicionales. «Yo creo que la colonia que queda en la capital navarra son los resquicios de una colonia mucho mayor, de tiempos en que aquí había miles de árboles viejos», comenta este biólogo.

Se cree que su población en Iruñerria disminuyó de forma considerable a partir de la década de los 80, cuando se talaron varios miles de olmos afectados por la grafiosis. Ello privó de refugio a muchos murciélagos de esta especie, que todavía encuentra refugio en castaños, plátanos y otras clases arbóreas de la capital navarra.

«Como los jardines se han ido humanizado cada vez más y se han ido talando los árboles viejos, cuyos huecos eran utilizados como refugio por estos murciélagos, durante los últimos años han pasado dificultades», informa Juan Tomás Alcalde. Gracias a la ayuda económica de la Sección de Medio Ambiente Urbano del Gobierno de Nafarroa, este biólogo y otros colaboradores colocaron en diversas zonas de Iruñea unas 65 cajas- refugio, de las que se suelen ocupar entre 35 y 40. Los murciélagos recurren a ellas sobre todo durante el otoño, si bien en estas fechas de finales de primavera también se encuentran ocupadas algunas.

En esta época de mayo-junio los nóctulos medianos se alimentan de escarabajos sanjuaneros, unos insectos de tamaño considerable cuyas larvas son xilófagas. «Estas larvas se alimentan de la madera de las raíces de los árboles, con lo cual, la acción de estos murciélagos es buena, ya que eliminan estos parásitos. Durante el verano, cuando estos escarabajos escasean, los nóctulos medianos se alimentan de mosquitos que forman nubes verticales. Pasan por esas nubles con las boca abierta y se los zampan», ilustra Juan Tomás Alcalde de forma gráfica.

En las orillas del Arga

La mayoría de los murciélagos que se ven en Iruñea y en otras localidades pertecenen a la especie pipistrellus pipistrellus, más conocidos como murciélagos comunes o enanos. Resulta muy habitual verlos dando vueltas en torno a las farolas para cazar mosquitos, con un vuelo muy quebradizo, realizando constantes eses. Sin embargo, no resulta fácil avistar ejemplares de nóctulo mediano, ya que vuelan alto, por encima de los árboles, a unos 20-30 metros del suelo. En Iruñea se encuentran sobre todo en las orillas del Arga, concretamente en la zona de Berichitos, y del Sadar, sobrevolando los grandes árboles de los campus universitarios.

Para intentar localizarlos, hay que mirar hacia arriba justo al anochecer, que es cuando salen a cazar. Además de su tamaño, bastante mayor que el murciélago común, los nóctulos medianos se caracterizan porque no dan quiebros en poco espacio, sino que vuelan muy rectilíneo, por espacios libres. Al contrario que el pipistrellus, que habita en casi todos los pueblos y ciudades, el nóctulo mediano es una especie amenazada. Sin embargo, no figura en el Catálogo de Especies Amenazadas de Nafarroa, ni siquiera en el Catálogo de Especies presentes en este herrialde, ya que la colonia de Iruñea fue localizada con posterioridad, hacia 1996. La actual legislación navarra todavía no ha cubierto esta laguna, aunque el Catálogo de Especies Amenazadas del Estado español lo considera un animal «vulnerable».

Un detextor de ultrasonidos para localizar murciélagos y otras especies

A pesar de su cercanía, las aves nocturnas de la ciudad son desconocidas para la gran mayoría de la población. Recientemente, los vecinos de Iruñea tuvieron la oportunidad de descubrir a estas esquivas especies gracias a una excursión organizada por el Museo de Educación Ambiental del Ayuntamiento. Una treintena de personas, guiadas por Eduardo Berián y el propio Juan Tomás Alcalde, recorrieron varios parques y jardines de la ciudad a la búsqueda de autillos y murciélagos. Los autillos no llegaron a verlos, aunque sí escucharon nítidamente sus cantos, sus inconfundibles «piii, piii, piii», parecidos a los pitidos que emiten algunos vehículos cuando van marcha atrás. Fue motivo suficiente para darse por satisfechos en esta novedosa iniciativa. «La gente puede ir a la excursión pensando que va a ver muchos animales, pero no es así. Cuando se va a ver naturaleza, y sobre todo de noche y en la ciudad, hay que pensar que es algo muy limitado, ya que son especies que no se dejan ver con facilidad. Se trata más de tener conocimiento del medio, de saber cómo es el ecosistema urbano y cómo actúan algunas especies de animales», aclara Eduardo Berián.

Además de escuchar el canto del autillo, los participantes en aquella excursión pudieron disfrutar de los ultrasonidos emitidos por los murciélagos, gracias a un detector que posee Juan Tomás Alcalde. «Es parecido a una radio -explica él mismo-, pero en lugar de captar frecuencias de radio, captan frecuencias más bajas. Los murciélagos emiten ultrasonidos, es decir, sonidos que no son audibles para los humanos, más agudos de lo que podemos escuchar. Estos detectores tienen una especie de dial similar al de la radio, y sintonizando en distintas frecuencias podemos escuchar los sonidos que emiten diversos animales».

Este biólogo suele grabar los sonidos que capta y luego los analiza en el ordenador. Viendo en pantalla los gráficos de cómo es el sonido, puede saber con más precisión a qué especie pertenece. Una de las ventajas del detector de ultrasonidos es que se puede ubicar la presencia de animales en un hábitat determinado sin necesidad de cogerlos. I. V.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo