Cobran impulso los intentos por obtener energía del mar
Si pudieran resolverse unos cuantos problemas, acabar con la dependencia de los combustibles fósiles sería asombrosamente fácil: bastaría con volver la vista al mar. En teoría, sólo una fracción de la energía que encierran los océanos bastaría para satisfacer la demanda mundial.
«La Jornada»
Desde luego, en la práctica las cosas no son tan simples. Usar los ríos para generar electricidad por medio de presas hidroeléctricas es relativamente sencillo, en comparación con tratar de obtener energía de las mareas y las olas y transmitirla a una red mediante cables submarinos. Hoy día 14 países poseen plantas de este tipo, pero la mayoría son pequeñas, experimentales y costosas.
Científicos australianos fantasean con el día en que las olas de las costas del sur, que tanto gustan a los surfistas, generarán suficiente electricidad para cubrir las necesidades de ese país. Mientras, los políticos de Oregón sueñan con obtener del océano Pacífico toda la energía que requiere ese estado. Carbon Trust, organización financiada por el Gobierno británico que ofrece ayuda para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, afirma que 20% de la energía de Inglaterra podría provenir del mar.
En comparación con esos sueños, lo que realmente sucede o podría suceder en el futuro cercano parece insignificante. Una tecnología que está a prueba en el Centro Europeo de Energía Marina, en el borrascoso archipiélago de las Orcadas, al norte de Escocia, pronto abastecerá la red eléctrica de Portugal. Sin embargo, el sistema que instalará la compañía escocesa Ocean Power Delivery cerca de las costas portuguesas no va a cambiar el mundo, al menos por ahora: en una etapa inicial generará 2.25 megavatios, suficientes para unas 1.500 viviendas, y posteriormente la cifra podría multiplicarse por 10. Una «granja de olas» a las afueras de Cornualles pronto proveerá de energía a 7.500 hogares ingleses.
Mientras, el primer experimento de EEUU para aprovechar las corrientes empezó a funcionar en diciembre pasado, cuando se instalaron dos turbinas subacuáticas en el East River de Nueva York. La compañía canadiense-estadounidense Verdant Power tardó cinco años en obtener los permisos necesarios; ello se debió en parte a que los responsables de este diminuto proyecto tuvieron que cubrir los mismos trámites que una gigantesca central eléctrica convencional.
Debido a su cultura de consumo de combustibles fósiles, EEUU está rezagado en energía marina. Desde hace más de 40 años se ha experimentado con las corrientes en China, Rusia y aun en el Estado francés, donde se afirma que la planta de energía mareomotriz del río Rance produce energía a un costo más bajo que una nucleoeléctrica. Canadá instaló una estación para la investigación de corrientes en la bahía de Fundy, en el este. Esta planta utiliza una tecnología anticuada conocida como represas de contención de mareas; sin embargo, el gobierno de Nueva Escocia espera instalar nuevas máquinas para 2009. Otros gobiernos están interesados en la energía oceánica, pero buscan apoyo para enfrentar el riesgo financiero que implica este tipo de proyectos, señala Michael Hay, de la Asociación Británica de Energía Eólica (BWEA).
La especialista Hunter Lovins considera que los obstáculos financieros para difundir el uso de la energía oceánica podrían restarle atractivo político. «Como no existe una conciencia global sobre la gravedad del cambio climático, la energía mareomotriz ni siquiera es una alternativa», dice. La pregunta es: ¿realmente no existe esa conciencia?
El primer grupo petrolero mundial, Exxon Mobil, rechazó las reformas planteadas en favor del medio ambiente y en contra del calentamiento global en la asamblea anual celebrada el pasado miércoles en Dallas (Texas). Los accionistas preocupados por el medio ambiente -inversores de los fondos de jubilaciones que reunieron más de 100 millones de títulos, algo menos de 2% del capital- no lograron sacar adelante ninguna de las quince propuestas planteadas.
GARA