Mike Judge lleva tiempo intentando traspasar su humor corrosivo de los dibujos animados a los personajes reales, objetivo que ya alcanzó en parte con «Trabajo basura», en la que ironizaba sobre el fenómeno de la industria informática y las miserias laborales que conlleva. No era una película tan políticamente incorrecta como sus series televisivas animadas «Beavis & Butt-Head» o «El rey de la colina», pero se hacía divertida y disponía de la suficiente capacidad satírica. En su nuevo largometraje con intérpretes de carne y hueso mantiene idéntica línea, sólo que aplicando su sorna crítica a un argumento de ciencia-ficción. «Idiocracia» es una comedia futurista que se ríe de la creciente estupidización de la sociedad norteamericana, cada vez con índices más bajos de cultura media y con una preocupante dependencia informativa. Luke Wilson encarna a un patán de hoy en día que se presenta voluntario a un experimento militar, a resultas del cual es hibernado sin despertarse hasta quinientos años después. Al ser reanimado se encuentra con un mundo en el que la evolución intelectual se ha detenido, lo que le convierte en el ser más inteligente del planeta pese a su bajo coeficiente mental, haciendo realidad el dicho de que en el país de los ciegos el tuerto es el rey.