Miles de libaneses participaron ayer en el funeral del diputado antisirio Walid Eido y su hijo, muertos en atentado con coche bomba junto a ocho personas más. Durante el cortejo se culpó al Gobierno sirio de la muerte de Eido.

El cortejo fúnebre estaba encabezado por Saad Hariri, líder del partido al que pertenecía Eido y cuyo padre, Rafic, murió en un atentado similar; y el líder druso Walid Yumblatt.

Hariri prometió que «los criminales serán enviados a prisión, donde sufrirán humillación». El miércoles llamó a los países árabes a boicotear «el régimen terrorista» de Siria.

«Beirut quiere vengarse de Emile Lahoud (presidente libanés y aliado de Damasco) y de Bachar al Assad (presidente de Siria)», proclamó el mufti suní Mohammad Rachid Qabbani, situado en el cortejo junto a Saad Hariri.

El Gobierno sirio, por su parte, condenó el atentado contra Eido. «Aquellos que actúan en el Líbano contra personalidades que se oponen a Siria se aprovechan de estos crímenes para acusarnos y participan en un complot en contra del propio Líbano y también de Siria».

El presidente de EEUU, George Bush, también acusó a Damasco, aunque sin citarlo expresamente.

Durante la jornada de ayer, se vivió un duelo nacional y estuvieron cerradas las instituciones públicas. Las calles de Beirut permanecían desiertas.