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EL PAIS Lluís Bassets 2007/7/12

La ebriedad del poder

(...) En un reciente discurso en Estrasburgo, después de la cumbre de Bruselas, Sarkozy dibujó una Europa que parece salida de los prósperos años sesenta y del nacionalismo de los planes de desarrollo: políticas industriales; grandes campeones nacionales y europeos en su ramo; medidas europeas contra el dumping social, fiscal y medioambiental; una moneda única al servicio del crecimiento y del empleo, y no sólo de la estabilidad; una agricultura protegida según criterios de independencia y seguridad alimentaria; fronteras claras que separen a los países protegidos por la preferencia europea de los que no lo son, etcétera.

(...) Los crujidos de la nave europea que vuelve a partir afectan también a la política exterior. En pocos días han empezado las disfunciones, fruto de los caprichos del joven presidente y de su brillante pero también novato ministro de Exteriores, Bernard Kouchner. Consigno una rápida lista: el nombramiento de Blair como representante para Palestina sin consultas previas, la reaparición de la diplomacia epistolar con una carta de 10 ministros mediterráneos en disonancia con el alto representante Javier Solana, o la convocatoria en París este fin de semana de una conferencia de reconciliación libanesa con la asistencia de representantes de Hezbolá. De la cumbre de Heiligendamm salió un vídeo ya famoso donde el presidente aparecía ante la prensa algo achispado. Pero no había bebido; no bebe nunca. Aunque sí estaba ebrio de un licor que no contiene ni una gota de alcohol pero convierte en adicto a quien lo prueba; era la ebriedad del poder, que también produce accidentes.

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