La búsqueda del diálogo debe ser permanente, más allá de coyunturas y contextos
Es éste un principio ineludible en cualquier coyuntura y contexto. Y una enseñanza común de cualquier proceso de resolución en cualquier parte del mundo inmersa en un conflicto político: buscar el diálogo, trabajar para crear, concretar y desarrollar las condiciones necesarias que desbrocen el camino hacia una negociación resolutiva. En cualquier coyuntura. Como decíamos ayer, el «no proceso» es sinónimo de enfrentamiento, de atentados, de detenciones, de la persecución y encarcelamiento de interlocutores políticos, de falta de derechos y conculcación de libertades civiles y políticas, de exclusión. Este escenario únicamente puede superarse avanzando en el trabajo ya hecho (intenso en estos últimos años) para concretar un acuerdo político que permita solucionar el conflicto y que sea ratificado por la mayoría social de Euskal Herria.
Es obvio que la experiencia de estos últimos años presenta luces y sombras, y de todas ellas debe aprenderse. Todos pueden y deben hacerlo, desde la premisa y la constatación de que no hay alternativa al proceso y de que éste hoy, mañana o pasado no será tal si no aborda las causas que originaron y alimentan el conflicto. Tan obvio como que, a día de hoy, el escenario del conflicto vuelve a presentar una realidad de represión y de enfrentamiento, y una clase política que sigue enfrascada en la disputa y la descalificación, sin la autocrítica, la madurez y la ambición imprescindibles para poder sumar. Cambiar las tornas es trabajo de todos, sin exclusiones ni conculcación de derechos, sin exigencias y emplazamientos que suenan a amenazas, ni «acusaciones preventivas».
Nuevo artículo de Josu Jon Imaz
En ese clima de disputa y descalificaciones puede enmarcarse el nuevo artículo publicado por el presidente del EBB del PNV, Josu Jon Imaz, en los diarios del Grupo Vocento y en «Deia», y que sigue en cierto modo la senda de la nota hecha pública a principios de semana por el portavoz del BBB, Iñigo Urkullu. En esta ocasión, y bajo el título «Radicalidad frente a pragmatismo. La paradoja vasca», Imaz trata de mirarse de entrada en el espejo de Clinton y Blair, aunque sin explicar por qué su declarada búsqueda del centro no le ha dado los réditos deseados (más bien al contrario) en la última contienda electoral. Este parece ser, de hecho, su gran objetivo (el artículo arranca con la siguiente frase: «Las elecciones se ganan en el centro»). En cualquier caso, arrogarse la centralidad de la sociedad sólo valdrá si esa sociedad así lo decide, y parece obvio que los malos resultados electorales de mayo suscitan preocupación en el seno del PNV, especialmente de cara a un futuro que avance hacia la superación de la actual partición territorial y vaya concretando, si así lo deciden los ciudadanos vascos, nuevos escenarios. Imaz esgrime como hilo conductor del artículo para fijar sus posiciones una acerada crítica hacia Joseba Azkarraga, consejero de Justicia del Gobierno de Lakua, a quien viene a acusar de estar «enredado en la disputa por la radicalidad». Aplaude, en cambio, a otro representante de EA, Iñaki Galdos. No faltaría quien aludiera al «abrazo del oso» para interpretar esa cita, aunque también es cierto que la estrategia de intentar hurgar en los problemas de otros para ocultar los propios es antigua.
Dice Josu Jon Imaz que es «necesario renovar el discurso» pero, visto el tono y el contenido de este nuevo artículo, debe inferirse que se refiere únicamente al resto, no a sí mismo o a su partido. Es obvio que, tras estos meses de búsqueda y desarrollo de acuerdos para avanzar en un proceso político y democrático que responda a las claves del conflicto, todos, absolutamente todos (también, por lo tanto, el PNV hoy presidido por Imaz), deben reflexionar y hacer la autocrítica necesaria, pero siempre con el ánimo de sumar, no de restar. Esta es una fase que es preciso superar y para ello es necesaria tener la disposición para alcanzar acuerdos.
Más allá de las críticas a sus socios en el Ejecutivo tripartito de Lakua, Josu Jon Imaz vuelve a fijar su vocación y afán nítidamente pactista con el Estado, y sigue sin detallar ni definir ni concretar las bases para construir esta nación, al tiempo que parece querer equiparar toda defensa y búsqueda de un proyecto realmente nacional con la radicalidad.
Espionaje y vigilancia
Esta semana, además, hemos conocido un nuevo caso de escuchas ilegales a ciudadanos vascos. «Democracia `Big Brother´» (como acaba de escribir Naomi Klein en un artículo que reproducimos mañana) a escala de Euskal Herria, que viene a demostrar, como apunta la economista política, escritora y periodista quebequesa, que la vigilancia es la nueva democracia. No parece muy propio de un estado de derecho, ¿verdad? Esto también está sucediendo aquí, en Euskal Herria.