Jean-Marie Lehn, que estos días ha visitado Donostia para participar en el congreso sobre nanotecnología que celebra en el Kursaal, subraya que el conocimiento derivado de la ciencia es esencial para mejorar la calidad de vida de las personas y disminuir las diferencias entre países. Por ello, insiste en que el público en general debería hacer un esfuerzo para entender la ciencia; y las autoridades, destinar más fondos.

Ha dedicado la mayor parte de su labor investigadora a la química supramolecular, ¿cuá- les son exactamente sus aplicaciones?

Es complicado. Lo primero es entender qué es una molécula. Por explicarlo mediante un ejemplo, las moléculas son como casas y están construidas por ladrillos, en este caso átomos. La química supramolecular se ocupa de las interacciones entre moléculas. Comprender e investigar esta relación es importante. Un fármaco sería el equivalente a una llave que tiene que ajustarse a una cerradura concreta, sólo así podrá producir el efecto deseado. El reconocimiento molecular es encontrar la llave que abre una determinada cerradura. Cuando realizas un fármaco deseas que sea tan específico como sea posible y para ello uno intenta comprender cómo una molécula se ajusta a un determinado compuesto.

Sus investigaciones en materia del reconocimiento molecular son claves en nanotecnología, ¿no es así?

En la nanociencia el reconocimiento molecular es una manera de generar estas nanoestructuras y de que éstas sean espe- cíficas y tengan un gran control.

La nanociencia está de moda, pero ¿cuáles son hoy en día las líneas de investigación más relevantes?

Realmente yo no soy un especialista en nanociencia, he llegado a este campo a raíz de mis estudios sobre el reconocimiento molecular y la química supramolecular, pero las aplicaciones más importantes de la nanotecnología se están produciendo en el ámbito de la Física y en particular en la ciencia de la información, donde se están realizando dispositivos cada vez más pequeños para guardar información.

¿Es un área de investigación prioritaria?

La nanotecnología es un área importante y muy prometedora. Los desarrollos que se producen en torno a la nanotecnología son relevantes y eso explica el interés que suscitan y el desarrollo de centros como el CIC Nanogune. Hay un gran interés, pero la ciencia es mucho más.

En alguna ocasión ha subrayado que el objetivo de la ciencia es mejorar la calidad de vida de las personas y disminuir las diferencias entre países, ¿lo consigue?

La ciencia primeramente es conocimiento. El conocer la química sí puede ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas y hacer que disminuyan las diferencias entre diferentes países. El problema es cómo se aplica después este conocimiento. El trabajo de los científicos debe ser aprender e investigar, porque de ahí vendrán las aplicaciones concretas.

¿Considera que el público en general es consciente de la importancia de la labor investigadora?

La gente debería entender muchos aspectos de la ciencia, conocer cómo funciona la naturaleza. Para ello, los medios de comunicación, por ejemplo, podrían hacer mucho más de lo que hacen. Es importante transmitir el conocimiento para poder controlar y mejorar nuestra vida en todos los aspectos, ya sea mediante materiales nuevos, dispositivos más avanzados... pero también en la salud. La gente debería de percatarse de que la ciencia es mucho más importante para nuestras vidas y nuestro futuro que el fútbol.

Y los científicos, ¿cree que se esfuerzan lo suficiente en la labor divulgativa?

Yo creo que los científicos en general sí hacemos un esfuerzo para transmitir el conocimiento. Yo personalmente acudo a los institutos y universidades para dar charlas. Aun así, creo que la comunicación no es la labor de los científicos, el trasmitir es trabajo de otras personas.

¿Cómo valora la situación de los investigadores?

En los últimos tiempos se han puesto en marcha iniciativas para apoyar a los nuevos científicos y eso, además de positivo, es muy necesario. Hay cada vez más fondos para ayudar a los jóvenes investigadores y en general para apoyar la ciencia, pero no es suficiente. Además es relevante que los fondos estén en manos de los mismo científicos; que su distribución se haga en base al interés de los proyectos y no en base a las decisiones de unos burócratas y tecnócratas.