José Luis Orella Unzué Catedrático senior de Universidad
El tema de Navarra es una ecuación de identidad vasca
El tema de Navarra es una ecuación de identidad vasca que los partidos españoles PP y PSOE han resuelto a largo plazo y desde la españolidad. A corto plazo ha sido una entrega incondicional del gobierno de Navarra al Partido Popular, con un ejercicio dialéctico peculiar que es necesario desentrañar. Según el secretario de Organización del PSOE, Pepe Blanco, el PSN no podía unirse a un conglomerado de partidos como eran, además de Izquierda Unida, el formado por Nafarroa Bai, ya que se creaba inseguridad para un futuro inmediato de Navarra.
Pese al fracaso político inmediato, el documento quedará ahí como prueba de que el cambio en Navarra era posible si existía un compromiso real y no ficticio por impulsarlo. El acuerdo se dividía en varias partes: principios inspiradores; elementos orientadores de la acción de gobierno; desarrollo institucional y democrático; las personas; el desarrollo sostenido y sostenible; elementos para el funcionamiento y coordinación de la acción institucional y política del Gobierno, de los grupos que habían de sostenerlo y de otros ámbitos (sociedades públicas y otros organismos); elementos para la garantía de la estabilidad gubernamental y elementos de garantía para el desarrollo del acuerdo.
Era en el apartado de los principios inspiradores del acuerdo donde se despejaban las principales dudas en torno a cuestiones espinosas como el mantenimiento del actual estatus de Navarra o la condena sin paliativos del terrorismo. El compromiso en estos puntos era claro y pasaba por el respeto por la actual realidad institucional, relación con el Estado desde la lealtad recíproca y condena explícita del terrorismo.
También en este apartado se incluían como principios el respeto a la pluralidad, la apuesta por la convivencia y el objetivo de situar a Navarra en los niveles de las regiones más desarrolladas de Europa reivindicando para la Comunidad Foral interlocución directa frente a la UE en lo que a cuestiones de interés específico se refiere.
En contra de la versión del secretario de Organización del PSOE el acuerdo programático para impulsar en Navarra un gobierno de progreso y respeto a la pluralidad era total. Sin embargo, la imposición de Pepe Blanco (que habría estado negociando en paralelo y durante largas semanas con UPN) convirtió este acuerdo en papel mojado.
Para cegar este proyecto, Blanco ha impuesto un ejercicio que en terminología jesuítica se denomina «obediencia de juicio ciega». Según Ignacio de Loyola, si el superior afirma que una cosa es negra, aunque a todos los demás les parezca blanca, se debe no sólo obedecer, sino reformar la conciencia y afirmar que es negra por fundarse en las razones que el superior tiene al afirmar que es negra. Esta es la obediencia de juicio ciega que han ejercido los responsables del PSN Chivite y Puras que, aunque ellos tenían razones serias y convincentes para seguir lo que la mayoría de las bases socialistas navarras les pedían de un pacto de izquierdas, han obedecido y han hecho obedecer a los socialistas navarros, afirmando que las razones de Ferraz eran más serias que las propias y que sin entenderlas ni compartirlas debían ser obedecidas.
¿Y cuáles eran esas razones más profundas que subyacían en las intensas conversaciones entre Blanco y el presidente de Navarra, Miguel Sanz, y que no se han esgrimido públicamente?
Los partidos políticos estatales han captado la singularidad de Navarra y el papel que juega en la construcción de Euskal Herria. Afirman que hay que enfatizar Navarra, pero no fiarse de los navarros. El Partido Popular ha delegado en un partido como Unión del Pueblo Navarro sus ideales y sus objetivos, pero se reserva la representación estatal. El Partido Socialista Obrero Español considera a los socialistas navarros idénticos a cualquier socialista español y por eso mismo no ha necesitado crear nominalmente un partido socialista con marca Navarra, ni se fía de sus opciones.
Según los partidos españolistas, sin Navarra el proyecto de Euskal Herria a largo plazo y el de autodeterminación del pueblo vasco que proyecta el lehendakari no tiene perspectiva ni europea ni en Naciones Unidas, al estilo de Kosovo. Ambos partidos se han unido para abortar cualquier posibilidad de conformar Euskal Herria no sólo ahora, sino en un futuro mediato. Para abortar esta operación y ganar con el PP la partida constitucionalista, ha sabido el PSOE sacrificar un peón, que en este caso es el Partido Socialista navarro y que el PP le compensará en una serie de convenios políticos que en otro momento especificaremos.
El sacrificio de PSN ha comportado el que no nazca actualmente un gobierno con NaBai y que no haya posibilidad en un futuro inmediato de crear un convenio entre dos autonomías afines como son las de la Comunidad Autónoma de Euskadi y la Comunidad Foral de Navarra. Pero hay algo más. Saben que el PSN no se recuperará en años, por lo que, por mucho que crezca NaBAi en próximas elecciones, no tendrá alternativa socialista con la que unirse para arrebatar la mayoría a un partido españolista como es Unión del Pueblo Navarro. Es decir, que se ha abortado la tentación de Euskal Herria para lustros.
Como consecuencia de lo expuesto, la unidad de España se ha consolidado. Igualmente, el partido Socialista navarro se ha derechizado. Y, como decían las bases socialistas del pueblo donde veraneo, Oteiza de la Solana, todos ellos votan socialismo aunque eran y lo van a ser cada vez más de mentalidad de UPN.
La desautorización del PSN ha sido también una renuncia a los compromisos éticos, políticos, democráticos (respetar lo que digan los navarros) y humanos adquiridos por Zapatero, y una muestra preocupante del abandono del proyecto de vertebración territorial, social y económica que lideró los primeros años de su mandato.
En contrapartida, ha ganado España. Una España al estilo de la que pensaba el PP. En este apartado político, como en el del terrorismo, también ha vencido el PP.