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Sabino Cuadra Lasarte Delegado de LAB en la Administración foral

UPN: nuevo gobierno, viejas prácticas

En los servicios administrativos del Gobierno de Nafarroa existe un promedio de una jefatura por cada cuatro puestos de trabajo. Cada cuatro años este porcentaje aumenta, creciendo así el componente burocrático y disminuyendo el número de personas de «a pie»

Finalizado el culebrón del verano y allanado por el PSOE-PSN el camino gubernamental a UPN, vuelve el día a día de la política navarra. El Fuero y el huevo siguen en buenas manos. Demos gracias al Señor.

Nada más acceder al Gobierno, el responsable de Organigramas de UPN tomó de nuevo sus rotuladores de color y fosforitos varios y comenzó -pito, pito, gorgorito- a elaborar sus propuestas: habrá un departamento más, el de «Relaciones Institucionales y Portavoz del Gobierno», con tres nuevas y flamantes direcciones generales; otros, como Educación, duplicarán el número de éstas, y unos terceros -Agricultura, Industria, Medio Ambiente...- intercambiarán y mezclarán antiguas funciones. Como consecuencia de ello, cientos de miles de impresos, carpetillas, sobres, sellos..., inservibles ahora, serán arrojados a la basura, en aras todo ello de la racionalidad y el buen hacer administrativo.

De esta primera tacada, aún sin completar, han surgido ya seis nuevas direcciones generales y organismos autónomos, lo cual supone un incremento cercano al veinte por ciento (18,18%, para ser más exactos). Algo parecido ocurrió hace cuatro años, cuando crearon el original Departamento de Cultura y Turismo (¿qué tendrá que ver una cosa con otra?), desgajando la primera de Educación y creando otras cuantas direcciones generales más.

La cosa tiene su importancia porque, como muy bien se sabe, no hay director general que se precie que, para realzar su propia importancia, no cree dos o tres direcciones de servicio cuyos ocupantes, a su vez, por razones idénticas a las de su superior, se rodearán de otras seis o siete jefaturas de sección y negociado cada uno, a fin de completar el organigrama de su ámbito respectivo. Total, que la película terminará dentro de unos meses, cuando se completen definitivamente las estructuras orgánicas de los departamentos con unas cien jefaturas y direcciones más.

Por otro lado, como una de las políticas de este Gobierno pasa por contener e incluso intentar reducir los gastos de personal, la creación de estas jefaturas se hará con cargo a la amortización de plazas vacantes -jubilaciones...- existentes en la Administración, con lo que al final tendremos un montón de capitanes más y bastantes marineros menos.

Hoy en día en los servicios administrativos del Gobierno de Nafarroa existe un promedio de una jefatura por cada cuatro puestos de trabajo. Cada cuatro años este porcentaje aumenta, creciendo así el componente burocrático (jefes y directores dedicados a «pensar», «planificar» y «organizar», para lo cual realizan multitud de reuniones, cursos y viajes) y disminuyendo el número de personas de «a pie» -administrativas, técnicos, etc.-, que son quienes, en última instancia, prestan los servicios de los que disfruta la ciudadanía.

Cada cuatro años, haciendo buenos todos los principios de Peter y leyes de Murphy, la reestructuración administrativa produce un importante incremento del número de jefaturas existentes, ya que, contra toda lógica, aquéllas que tras los cambios dejan de tener sentido se mantienen. No es de extrañar, así, que existan hoy en la Administración del Gobierno de Nafarroa más de doscientas cincuenta jefaturas que no cuentan con más personal que el propio cargo que las ocupa ¿Cuál es el trabajo y el personal que coordinan y dirigen todos estos jefes? Pocos lo saben. Y así es que los cementerios de elefantes crecen sin cesar en todos los departamentos.

Más adelante, cuando este primer capítulo de los cambios burocráticos termine, comenzará la danza de los nombramientos en las varias decenas de consejos de administración de las empresas públicas que tiene el Gobierno de Nafarroa. Prebendas que serán repartidas entre el alto staff administrativo y que si, como ha ocurrido más de una vez, no llegan para cubrir todas las necesidades de unte exigidas por el guión, conducirán a la creación de alguna otra empresa pública más, cuya finalidad será, sobre todo, la de acomodar en ellas a algunos altos cargos para que puedan ganar aún más.

Frente a todo esto hay, en primer lugar, mucho silencio sindical, pues hay importantes intereses ocultos en toda esta movida. Resulta curioso que en estos últimos nombramientos la voz cantante y primer tenor de CCOO en el ámbito de Osasunbidea (también en las negociaciones del último convenio), haya sido designado jefe de personal de uno de los principales centros hospitalarios de Nafarroa; o que el presidente del recién constituido Sindicato del Personal Administrativo (SPA), haya sido designado también como director del Servicio de Bibliotecas. Y así, de un día para otro, estos aguerridos sindicalistas pasan a colocarse en el otro lado de la barricada -de oca a oca y tiro porque me toca- para mayor gloria de su propio nombre y el de su sindicato, que algo habrán hecho, digo yo, para merecer tan grandes honores y nombramientos.

Y también mucho silencio político. Quienes trabajamos en la Administración vemos con desencanto la poca importancia que se da a este engendro para el cual prestamos nuestros servicios. Y difícilmente se puede hablar de cambio si éste no afecta también a la propia estructura de la Administración. No basta, pues, con defender un programa que hable de las nuevas e importantes cosas que ha de hacer un nuevo Gobierno sin, a la vez, referirse a la nueva Administración que se necesita, ya que con viejas y gangrenadas herramientas pocos cambios serán posibles.

Pasada ya la zozobra de estas últimas semanas en las que tanta gente de la Administración no sabía qué prenderse de la solapa para mejor anunciarse, si una rosa sociata, un lauburu nacionalista o un mapa navarrón, la tranquilidad ha llegado de nuevo a muchos hogares y acosados: UPN continúa. La incertidumbre, sin embargo, planea todavía sobre muchas cabezas. Queda aún bastante bacalao por repartir. Continuará.

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