Kutxas que no se abren, camisas que no entran por la cabeza, campanas que no suenan, libros que no pueden leerse, botas encadenadas con correas, pelotas cuadradas, guadañas sin mango, juguetes con pinchos, albokas con dientes afilados... , son los productos artesanos expuestos en Bilbo con los que sus autores quieren llamar la atención sobre la precariedad de su oficio.

Todo comenzó hace un año, durante la Euskal Denda que los artesanos abren en Durango, coincidiendo con la Feria del Libro y Disco. El ebanista José Pablo Arriaga colocó en su stand una serie de artículos reivindicativos, a modo de protesta por la situación que atraviesa el sector. Animados sus colegas, poco después se formó la plataforma «Haserre nago» que busca llamar la atención a través de exposiciones itinerantes en las que los artesanos exponen obras «de protesta». Tras su paso por Markina, la muestra llega esta semana a Bilbo, donde permanecerá abierta en el edificio La Bolsa del Casco Viejo hasta el día 14. Hasta 35 artesanos de toda Euskal Herria han participado en la exposición «Haserre nago» con piezas únicas en las que invitan «al diálogo y la reflexión».

En ese sentido, esta exposición pretende también «enseñar a mirar», para que se comprenda que «la artesanía nace de las raíces, de la cultura del pueblo, representa una parte significativa de nuestro pasado y es una de las bases fundamentales de lo que somos hoy en día».

«Queremos ser valorados, pero sobre todo respetados. No pretendemos que nos ayudes a sobrevivir, queremos vivir», añaden.

La iniciativa «Haserre nago» lleva también implícita una autocrítica, explica Arriaga. «Durante años, no hemos sido capaces de unirnos, de vehicular nuestro descontento. Ahora tenemos que ser capaces de crear un debate en torno a la situación del sector y, a partir de ahí, buscar soluciones».

Muchos problemas de los artesanos vascos, según explica Arriaga, tienen que ver con la distribución y comercialización de sus productos. «Con acudir a una serie de ferias no es suficiente. Además, en el mercado actual lo que funciona es el criterio del precio por encima del criterio de la calidad. Podríamos abaratar costos haciendo un trabajo más mecánico, eso es fácil, pero entonces el producto perdería su esencia de pieza única».

Los artesanos también denuncian la «desprotección» que sufren por parte de las instituciones. «No se implica, no planifican, recortan sistemáticamente las ayudas».