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Cuando la poesía se sube al escenario (II)

Josu MONTERO
Periodista y escritor

Tras los futuristas, los dadaístas y los surrealistas, que con sus experimentales veladas literarias y su búsqueda del arte total se hallan en el origen de esta fusión de la poesía con otras disciplinas artísticas que últimamente se ha dado en llamar Spoken Word, los poetas norteamericanos de la generación beat le dieron al género el empuje definitivo: el inaugural y apocalíptico «Aullido» de Allen Ginsberg, o su peculiar forma de recitar acompañándose del harmonium, o su ya célebre colaboración con los Clash y con tantos otros músicos y artistas que se confesaron admiradores suyos; o los experimentos de William Burroughs y Brion Gysin en los 60 realizando collages sonoros con grabadoras caseras -versión audio de su conocida técnica novelística del cut-up, que dio frutos como la celebrada novela «El almuerzo desnudo»-; o los mesostics de uno de los padres de la música contemporánea, John Cage, piezas musicales cuyo único instrumento era la palabra y la voz humana; o el trabajo de aquellos tres poetas negros de Harlem admiradores de Malcolm X y del free-jazz que en 1968 crearon la banda proto-rapera «The last poets» para -según ellos mismos afirmaron- «encadenar metáforas y sonidos en un viaje que te intoxique y transporte a territorios peligrosos desnudando el lenguaje de todo artificio»; o ese otro pionero del hip-hop que fue en aquellos años el músico-poeta Gil Scott-Heron; o el recitador y músico y activista y fundador de los White Panthers, John Sinclair, aún en activo; o el también poeta beatnik John Giorno. Los dos últimos han estado actuando hace unos meses en el Estado español.

Giorno, uno de los padres del Spoken Word, participó el pasado mes de marzo en la tercera edición del festival Palabra y Música de Sevilla, uno de los pocos centrados en este nueva e híbrida disciplina. Allí el poeta norteamericano habló del retraso de décadas que aún sufre la poesía con respecto a otras artes, y de cómo el Spoken Word surgió de la necesidad de inventar nuevos espacios de contacto con el público, un contacto que hiciera evolucionar a un género tan anquilosado y aquejado de rigidez crónica. De ese caldo de cultivo de la contracultura de los 60 en el que se fogueó el nuevo género surgieron artistas que, cada uno a su modo, han desarrollado estas relaciones entre poesía, música, escenario y otras artes: Laurie Anderson, Lidia Lunch, Patti Smith, Cohen, Waitts, Lou Reed -cuyo último disco, «The Raven», está conformado por poemas de Poe-... o más recientemente experimentos como los de Lee Ranaldo, de Sonic Youth, y tan poeta como músico, o Chuck D, lider de la furibunda banda Public Enemy.

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