Baterías sirias dispararon a aviones israelíes que invadieron su espacio
Baterías antiaéreas sirias dispararon contra aviones de las Fuerzas Armadas israelíes que invadieron el espacio aéreo de Siria y «descargaron su munición» sobre un área del noreste del país sin causar daños personales ni materiales, informaron fuentes militares sirias. Los aviones huyeron tras ser disparados. Israel declinó comentar la denuncia realizada por Siria, aunque un portavoz militar aseguró que el Ejército hebreo estaba «comprobando la información».
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El ministro de Gabinete sirio, Buthaina Shaaban, confirmó a la cadena de televisión Al Yazeera, en su servicio en árabe, que aviones de combate israelíes violaron el espacio aéreo sirio, pero no confirmó el extremo de si la aviación israelí atacó o no territorio sirio. Denunció que como «país soberano que es Siria no pueden hacer esto», en alusión a la incursión en su espacio aéreo.
Horas antes, la cadena qatarí informó, citando fuentes sirias, de que baterías antiaéreas dispararon contra aeronaves hebreas de madrugada, después de que ésas bombardearan un objetivo no identificado en una zona despoblada.
Un portavoz militar sirio, mencionado por la agencia oficial de noticias del país SANA, no aclaró el tipo de armamento utilizado por el Ejército sirio ni dónde se produjo el ataque. Advirtió al «Gobierno israelí enemigo de no repetir esta flagrante agresión. Nos reservamos el derecho de responder de la forma que consideremos apropiada en el momento oportuno», remarcó si vuelve a realizar incursiones aéreas en Siria.
Obligados a huir
Esta misma fuente explicó a la agencia siria que las baterías antiaéreas «han interceptado vuelos israelíes hostiles que se infiltraron en el espacio aéreo del país a través de la frontera norte, procedentes del Mediterráneo y con dirección al este de la región, rompiendo la barrera de seguridad». Agregó que «unidades de defensa aérea (sirias) les confrontaron y les obligaron a abandonar (el espacio aéreo sirio) después de que lanzaran algo de munición en zonas desérticas sin causar daños humanos o materiales».
Por su parte, el ministro sirio de Información, Mohsen Bilal, reconoció que el Gobierno de Damasco está «estudiando seriamente el alcance de su res- puesta». Sin dar detalles sobre lo ocurrido en la madrugada de ayer, en declaraciones a Al Yazeera insistió en que la política de Israel se basa en la hostilidad. «Israel, de hecho, no quiere la paz», aseguró Bilal, porque, según recalcó, «no puede sobrevivir sin agresión, traición y mensajes militares».
Escalada de tensión
La violación del espacio aéreo sirio ha renovado los temores de una escalada de la tensión entre ambos países, técnicamente aún en guerra, señalaron fuentes sirias horas después del incidente.
Mientras algunos consideraban que la incursión de los israelíes podría ser un intento del Gobierno de Tel Aviv de comprobar la existencia de nuevo material de defensa aéreo supuestamente vendido por Rusia al país árabe, otros señalaban que eran meros vuelos de reconocimiento.
Según las fuentes sirias, aunque el ambiente es tenso, no es probable que se produzca una escalada militar, ya que incidentes similares ya han ocurrido en el pasado.
Al comienzo de la guerra del verano pasado entre Israel y la milicia libanesa Hizbullah, aviones de combate israelíes sobrevolaron el Palacio presidencial de Bachar el Assad, lo que analistas interpretaron como una advertencia a Damasco, capital de Siria. Entonces, las Fuerzas Armadas de Israel reconocieron los sobrevuelos.
En junio de 2006, bombarderos hebreo sobrevolaron la residencia estival de El Assad, en la ciudad costera de Latakia, después de que milicianos palestinos supuestamente apoyados por el Gobierno de Damasco secuestraran en la Franja de Gaza a un soldado israelí.
Tres años antes, en octubre de 2003, aviones hebreos bombardearon el deshabitado campo de refugiados palestinos de Ein Tzacheb, en respuesta a un atentado suicida en Haifa que mató a 19 personas e Israel atribuyó a la Yihad Islámica. Fue el primer ataque aéreo desde el final de la guerra del «Yom Kipur» de 1973, la tercera confrontación armada entre ambos países.
Durante la Guerra de los Seis Días de 1967, Israel ocupó Cisjordania, los Altos del Golán, la Península del Sinaí y la parte oriental de Jerusalén, tras vencer a los ejércitos de Egipto, Siria y Jordania.
Siria e Israel entablaron conversaciones de paz tras la Conferencia de Madrid de 1991, pero las interrumpieron en el año 2000, después de no llegar a un acuerdo sobre hasta dónde estaba dispuesta Israel a retirarse de los Altos del Golán, arrebatados a Siria en 1967.
Silencio de Olmert
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, guardó silencio ayer ante la denuncia de Damasco. Olmert pasó por alto el incidente en un discurso pronunciado anoche en Jerusalén en una convención de su partido, Kadima, con motivo del Año Nuevo judío, lo que causó la sorpresa de periodistas y observadores locales, que esperaban una reacción.
Tampoco el ministro para Asuntos Estratégicos y líder ultranacionalista, Avigdor Lieberman, quiso comentar el incidente de la madrugada entre Siria e Israel cuando fue interrogado al respecto en su despacho por el canal 2 de la televisión israelí.
Del mismo modo, el portavoz del primer ministro, David Baker, declinó pronunciarse sobre este hecho y se remitió a la reacción del Ejército.
Previamente, el Ejército israelí había declinado comentar la denuncia siria. «El Ejército israelí no comenta este tipo de informaciones», apuntó a Efe un portavoz militar.
Poco antes, otro portavoz militar que pidió conservar el anonimato aseguró que el Ejército estaba «comprobando la información», sin confirmar ni desmentir su veracidad.
Las autoridades sirias advirtieron, tras la violación de su espacio aéreo, sobre el derecho de su país a «responder a esta flagrante agresión» de la forma que considere adecuada en el momento oportuno.
El ministro sirio de Información, Mohsen Bilal, insistió en que la política de Israel se basa en la hostilidad. «Israel, de hecho, no quiere la paz, porque no puede sobrevivir sin agresión, traición y mensajes militares».
Al menos diez milicianos palestinos murieron ayer en Gaza en diferentes ataques aéreos o enfrentamientos con tropas israelíes, al día siguiente de que el ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, considerase probable una «gran operación terrestre» en Gaza. Los fallecidos pertenecían a las tres principales milicias palestinas -los brazos armados de Yihad Islámica, Hamas y al-Fatah-, según informaron portavoces de esas organizaciones.
En el primer incidente, en Al Garara, fallecieron dos activistas de la Yihad y uno de Hamas en un ataque aéreo. Según testigos, los milicianos se disponían a lanzar un cohete artesanal contra un blindado israelí que participaba en la incursión militar. Otro miliciano falleció horas después en Jan Yunis en otro ataque aéreo.
Por la tarde, al menos otros seis milicianos de la Yihad y de al-Fatah murieron cerca del paso de Kissufim, en choques terrestres con soldados hebreos o en los bombardeos de la aviación israelí que siguieron a los combates. Un portavoz de la Yihad indicó que los activistas participaban en una operación conjunta y que se acercaron al puesto fronterizo con un camión cargado de explosivos y un todoterreno acorazado.
En Cisjordania hubo también incursiones y choques armados. Un niño palestino de once años, Mustafa Abu Srur, está en estado crítico tras ser herido en la cabeza por fuego hebreo en Yenín. La víspera, otro niño de ocho años, Rami Marwan al Aklik, fue herido de gravedad en Naplusa y permanece en estado crítico.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, guardó silencio en relación al incidente registrado en Siria, que un portavoz militar aseguró que «se está comprobando», sin desmentir ni confirmar lo sucedido.
Israel envió recientemente una nueva propuesta en sus negociaciones con Hamas para lograr la liberación del soldado hebreo Gilad Salit, secuestrado hace más de un año por milicianos en la Franja de Gaza.
El ministro hebreo para Asuntos de Estrategia, Avigdor Lieberman, considera un error la devolución de territorios ocupados a los palestinos y aboga por un intercambio de poblaciones para solucionar el conflicto en Oriente Próximo.
La organización Human Right Watch (HRW) denunció duramente «los ataques aéreos indiscriminados israelíes» contra la población civil libanesa durante la contienda bélica que el Ejército judío libró el verano de 2006 contra Hizbullah. Así señala su último informe, en el que rechaza el argumento de las autoridades de Tel Aviv de que los milicianos chiíes utilizaron a los civiles como escudos humanos, al asegurar que en casos «infrecuentes» ésta operó en núcleos urbanos y poblados civiles y que no se hallaron pruebas de esa utilización. Israel atacó zonas civiles arguyendo también que Hizbullah lanzó desde allí sus cohetes «katyusha».
Sin embargo, HRW constata que cuando comenzó la guerra los milicianos y sus líderes abandonaron las poblaciones. Añade que la mayor parte de la actividad militar de Hizbullah se llevó a cabo en las montañas y valles colindantes.
«Israel actuó incorrectamente como si todos los civiles hubiesen escuchado sus advertencias para evacuar el sur de Líbano, cuando sabían que no lo habían escuchando, olvidando su obligación legal de continuar distinguiendo entre objetivos militares de civiles. Emitir advertencias no legitima ataques indiscriminados», expresó el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, durante una rueda de prensa en Jerusalén.
El Gobierno de Israel rechazó las conclusiones del informe e insistió en que Hizbullah se escudó deliberadamente tras los civiles.
En los 33 días que duró la guerra, entre el 12 de julio y el 14 de agosto, murieron más de mil libaneses y 159 isralíes, 40 de ellos soldados.
HRW denunció que aviones de combate israelíes atacaron la infraestructura de Líbano, incluidos puentes y el aeropuerto internacional de Beirut, bombardearon severamente el barrio beirutí de Dahiye -bastión de Hizbullah- y atacaron oficinas de la milicia en los pueblos fronterizos.
Esta ONG, que en agosto difundió otro informe con críticas a Hizbullah por el lanzamiento de cohetes contra civiles israelíes, ha investigado 94 ataques aéreos, de artillería y terrestres israelíes para aclarar la muerte de 510 civiles y 500 milicianos. Criticó que «un simple movimiento de vehículos o personas era suficiente para que Israel atacara».
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