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Jurgi San Pedro licenciado en derecho

Revoluciones democráticas tienen lugar

La democracia directa está de fiesta, de celebración constituyente en la América latino-caribeña, y desde que el pasado 15 de agosto Chávez presentara ante la Asamblea Nacional su iniciativa constituyente para reformar la Constitución de 1999. Así, algunos dicen que en 1999 se reconocía el poder popular, pero ahora se le da poder al pueblo. Quién lo iba a decir ahí, dentro del castillo de la vieja, rota y miope Europa. La gente es el poder, no hay más misterio.

El paradigma de la representación política que se instauró a duras penas en este Cono Sur, con más sangre que con diplomacia, está en proceso de liquidación, desde hace más de un mes. Pero no para peor, no. La soberanía no se media por terceros, se ejerce directamente en primera persona por la colectividad constituida en república, república afecta a la idea de pueblo sin excluidos. Todos somos sujetos políticos activos en todo tiempo, y más allá de tiempos electorales.

Aquí donde la independencia, es decir, la guerra por ella comenzó hace 200 años, (tiempos de Miranda, Bolivar...) sigue siendo un proceso inacabado, y su conquista tarea diaria. Tarea que exige alerta continua, aquí donde el curso de colisión con el imperio es una realidad que nadie niega. ¿Sí no por qué se trata de difundir en Europa un imagen inhumana y retrograda de la actual Venezuela? No es éste el tema de la reflexión, pero baste adelantar que esa imagen distorsionada es efecto mediático sobre la sicología social, es lo que llaman guerra de cuarta generación o netwar en la que Venezuela se halla inmersa desde 1999. Google os puede ayudar a profundizar sobre este registro: netwar.

¿Puede el imperio permitirse no disponer a su libre antojo, imponiendo sus condiciones unilateralmente, fieles a la Doctrina Monroe (nació en 1823), las diversificadas y abundantes riquezas energéticas de Venezuela, por mucho más tiempo? Son más de 100 violaciones a la soberanía de distintos pueblos americanos los que EEUU guarda en el haber de su brevísima y sanguinaria historia, y siempre la Doctrina Monroe de fondo, de fondo ideológico oscuro.

El fondo ideológico ahora se establece claramente desde aquí, es ahora tiempo para la Doctrina Bolivar (nació en 1815), que en síntesis queda recogida en el siguiente pensamiento del libertador: «Esta mitad del globo pertenece a quien Dios hizo nacer en su suelo».

En cualquier caso, en este momento brillante de la Historia Política y Constitucional de América Latina y del Caribe, resultaría más propio hablar de la apertura del proceso de instauración del paradigma de la presentación política, en detrimento del paradigma de la representación política. Apertura que conlleva abrir la lista de los sujetos políticos investidos formalmente de poder (de decisión y ejecución), más allá de decadentes esquemas democrático-parlamentarios europeos que raquíticamente cualifican la legitimidad de sus decisiones. Es tanto como afirmar que la tendencia de reparto del poder entre la ciudadanía organizada es la mejor garantía de prevenir las traiciones a la soberanía del país ejecutadas por élites que juegan a representantes.

El porqué de esta irrupción del paradigma de la presentación en el proyecto de reforma constitucional abierto puede comprenderse siguiendo varías vías. Aquí se sugieren dos:

1-Partir de la concepción que manejó Ferdinand Lasalle (1850) sobre el significado, entonces y ahora, que tiene una constitución política, y que el profesor Olarte me transmitió en una sola frase: La constitución es la suma de los fragmentos reales de poder. Tesis que sirve para pensar que, más que al papel escrito, hay que estar a la(s) mano(s) que escribe sobre ese papel.

Esta vía de entendimiento implica conocer, más que reconocer, la progresividad que viene experimentando el empoderamiento de las comunidades para sentirse dueñas de su destino común, y sobre todo a partir de 1999, año de la Asamblea Constituyente liderada por Chávez. Proceso que, por otra parte, ha venido acelerado a partir de 2002, después del golpe de estado fallido del 11 abril de 2002, y al que siguió, con algún retardo en el tiempo, el conocido paro petrolero, sabotaje promovido por la patronal petrolera local con apoyo yanqui -¿y europeo?- y que paralizó completamente el país más de un mes. No logró este paro histórico, sin embargo, paralizar la conciencia popular de que su soberanía, depende del grado de su consciente ejercicio diario, a pesar de los pesares.

2-La asunción sincera y clara por parte del Ejecutivo nacional de la siguiente máxima esgrimida por Chávez: «vamos a incluir a todos, sin excluir a nadie». Lo importante esta en la segunda parte de la frase, «sin excluir a nadie». Algo que pensándolo bien, chirría en aquéllos a quienes, acostumbrados a patrimonializar el poder, les toca ahora transferir, transigir, aquí -¿que pasaría ahí? A muchos se les acabaría el chollo-.

Hecho así el planteamiento general de lo que tiene lugar con la Reforma Constitucional, permitidme ahora, europeos, llevaros de paseo por fragmentos literales de la supuesta constitución antidemocrática, dictatorial que tratan de venderos a quienes vivís más hipotecados que de vuestras vidas soberanos. Así y para que tengáis mayores elementos para realizar vuestros juicios de valor cuando en Venezuela penséis:

«(...)Las Comunas serán las células geo-humanas del territorio y estarán conformadas por las Comunidades, cada una de las cuales constituirá el núcleo espacial básico e indivisible del Estado Socialista Venezolano, donde los ciudadanos y las ciudadanas comunes tendrán el poder para construir su propia geografía y su propia historia(...).

(...)A partir de la Comunidad y la Comuna, el Poder Popular desarrollará formas de agregación comunitaria político-territorial, las cuales serán reguladas en la Ley, y que constituyan formas de Autogobierno y cualquier otra expresión de Democracia Directa(...).

(...) la unidad política primaria de la organización territorial nacional será la ciudad, entendida esta como todo asentamiento poblacional dentro del Municipio, e integrada por áreas o extensiones geográficas denominadas Comunas.

(....) Todos los ciudadanos y todas las ciudadanas, sin discriminación de género, edad, etnia, orientación política y religiosa o condición social, disfrutarán y serán titulares del Derecho a la Ciudad (....).

(...) Son medios de participación y protagonismo del pueblo, en ejercicio directo de su soberanía y para la construcción del socialismo: la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativas, constitucional y constituyente, el cabildo abierto, la asamblea de ciudadanos y ciudadanas, siendo las decisiones de esta última de carácter vinculante, los Consejos del Poder Popular (consejos comunales, consejos obreros, consejos estudiantiles, consejos campesinos, entre otros), la gestión democrática de los trabajadores y trabajadoras de cualquier empresa de propiedad social directa o indirecta, la autogestión comunal, las organizaciones financieras y microfinancieras comunales, las cooperativas de propiedad comunal, las cajas de ahorro comunales, las redes de productores libres asociados, el trabajo voluntario, las empresas comunitarias y demás formas asociativas constituidas para desarrollar los valores de la mutua cooperación y la solidaridad socialista».

En fin, se ha pasado ya a la segunda discusión en la Asamblea en setiembre y la riqueza de los debates implican avances, o sea, mayor profundización en ese paradigma de la presentación, más allá de las previsiones literales del Proyecto de Reforma. Se baraja la posibilidad de reconocer el derecho de voto a los ciudadanos que tengan cumplidos los 16 años. Implicaría aumentar en más de un millón los potenciales electores, además de implicar un conocimiento del protagonismo que adquiere la juventud en la definición de su contexto jurídico y político, como los mejores portadores, porteadores del presente con vocación de futuro.

Puede crear escepticismo, resultar extraño ahí en esa Europa vieja y rota, donde todavía ni siquiera se reconoce el derecho de autodeterminación de sus naciones originarias, donde todavía se mantienen mapas artificiales de división política, constituciones oligárquicas y monárquicas que huelen a putrefacta prehistoria política, pero ¿es el paradigma de la presentación aquí aducido, el abrebocas o el plato fuerte de cualquier progreso democrático que se precie?

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