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CRÓNICA

Del albañil que revoluciona el cotarro al realizador que casi se carga a Ringo Star

Ya lo decía Rubén Blades: sorpresas te da la vida. Lucio Urtubia no es Pedro Navaja, pero su vida no es menos rocambolesca que la del macarra de la canción. «Quién me ha visto y quién me ve», le salió ayer del alma al albañil de Cascante ante los focos del Zinemaldi.

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Karolina ALMAGIA

Dicen los del Festival que no recuerdan otra visita que haya causado tanto revuelo como la de Richard Gere. A mí también se me pusieron los ojos a cuadros la noche del domingo cuando me tuve que abrir paso entre el gentío que se arremolinó en los aledaños del Kursaal para ver el paseíllo de la estrella. Pero mucho más me asombró lo que viví dentro del cine instantes después, en el otro Kubo. No cabe duda: todo es posible en Zinemaldia. A un lado, escotes enjoyados, trajes de noche y decenas de nombres VIPS para poner en negrita; a sólo unos metros, un albañil de Cascante recibiendo ovaciones en una sala abarrotada. Se proyectaba «Lucio» y allí estaba su protagonista, que no es un actor, sino un currela anarquista, peleón, falsificador, atracador..., vamos, que El Lute a su lado, un koitadu. Cayó bien este elemento -que dirían sus resignadas hermanas-, a juzgar por las risas y aplausos que salpicaron la exhibición del documental de Aitor Arregi y José Mari Goenaga. El coloquio posterior, en el que también participaron el productor Xabier Berzosa, el músico Pascal Gaigne y el director de fotografía Javier Agirre, estuvo jugoso. Lucio Urtubia dijo muchas cosas, y las dijo con gracia: se metió con Fraga, con los estadounidenses, con el Arzobispo de Iruñea, recordó a los miles de fusilados en Nafarroa y aseguró que su vida no podía haber transcurrido de otro modo porque el sistema le «obligó» a hacer todo lo que hizo. Y animó a pelear. «Soluciones no tenemos nadie, pero podemos encontrarlas si luchamos; si no luchamos, no encontraremos nada. El mundo se puede cambiar, son cuatro gatos quienes lo dirigen», advirtió. En fin, que Urtubia y el equipo de «Lucio» se metieron al público en el bolsillo en un estreno que no se perdieron el realizador Asier Altuna, los actores Ramón Agirre, Gurutze Beitia y Kike Amonarriz y el abogado y militante de Aralar Julen Madariaga, entre otros.

Tras esta exitosa premier, el equipo de Lucio protagonizó ayer los Encuentros de Zabaltegi. Y aquí se acentuaron los contrastes: el hombre que puso en jaque a Citibank falsificando miles de cheques de viaje, el anarquista que sufrió cárcel y clandestinidad por tráfico de armas y falsos documentos, el obrero que atracó bancos para la causa, compartió acto con una estrella de la televisión como Alyssa Milano -una de las «Embrujadas»-, con César Saratxu, archiconocido por su papel de Bernardo en «Cámara Café» y con otras gentes del mundo del celuloide. «Quién me ha visto y quién me ve», no pudo menos que pronunciar Lucio mientras le enfocaban las cámaras. Pero no se amilanó. «Esto me recuerda una vez que fui invitado a la residencia de Miterrand y cuando estaba cenando de pronto recordé mi paso por la cárcel, los compañeros... y me avergoncé de estar ahí. Me retiré y agarré una botella de cognac para ponerme en forma», contó ante el micrófono. «Sois tan distintos a la vida que yo he llevado, a mis ideas y a los deseos que yo he tenido...»

Goenaga y Arregi contaron que decidieron que tenían que narrar la vida de Lucio nada más oir algunos pasajes de su historia en boca de un productor italiano. Tuvieron la suerte de que esta vez el navarro aceptó tomar parte en el proyecto. «Yo ya había rechazado muchas ofertas. A dos grandes productores les puse en la puerta. Pero estos dos eran de la misma tierra que yo, y yo nunca he sido traicionado por la gente de mi tierra».

El desparpajo de este albañil contrastó con la parquedad de la actriz Alyssa Milano, que no pudo mostrarse más sosa. Y digo yo que, ya que viene a promocionar una película, podría esforzarse un poco más, no sé. Hasta me dio pena el presentador de los Encuentros de Zabaltegi, Juan Zavala, intentado sin éxito tirar de la lengua a la protagonista de «Brick Lane». En cuanto a César Saratxu, nos contó que en la película «L'homme qui marche» tuvo que hablar en francés con acento ruso para encarnar a un escritor maldito que sólo consiguió publicar 45 páginas en su vida. El actor vizcaino, que fue recibido en el María Cristina como un héroe, parece un poco harto de que le llamen «Bernardo»: «Yo no tengo nada en contra de Bernardo. Le amo. Pero me llama la atención que aquí la gente se sorprenda cuando me ven haciendo otras cosas. Es mi trabajo: soy actor».

Lester y los Beatles

Y, sin salirnos de Zabaltegi, una reseña para Richard Lester, que a sus 75 años ha resultado ser uno de los más salaos que ha pasado por aquí estos días. En la rueda de prensa que dio ayer nos enteramos de que el realizador británico, director de películas como «Golfus de Roma» o «Qué noche la de aquel día», pudo haberse cargado a los Beatles muchos años antes de que Mark Chapman acabara con John Lennon. Preguntado por cómo rodó en «Help!» la escena de la nieve en la que los jóvenes músicos de Liverpool salen esquiando, dijo: «No usé dobles, improvisé. Les coloqué en lo alto de la colina, les calcé unos skies y les hice tirarse monte abajo. Salió bien». Y se fuma un puro.

Y a un fan que le aseguró que había visto «¡Socorro!» 35 veces, le soltó: «Pues casi mejor sube tú aquí a hablar, que la tienes más reciente. Yo no la he visto desde hace cuarenta años». También tuvo un dardo para Groucho Marx. «Rodé con él sólo un día. Y me alegro de que no fuera más».

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