Iñigo Garciandia Oiartzun
Teresa de Calcuta y Dios
Juan Mari Eskubi dice en su carta del miércoles pasado, hablando de Teresa de Calcuta, que «las dudas de la religiosa albanesa representan sus lógicas y comprensibles incertidumbres al convivir con la pobreza generada por el capitalismo». De esa frase creo enten- der que Juan Mari atribuye la duda existencial de Teresa al desasosiego que le produci- ría pensar que ese Dios bondadoso en el que ella creía hu- biese permitido pervivir al capitalismo.
Esta no injerencia en las interacciones humanas, aunque de éstas se deriven a veces injusticias evidentes, definiría a Dios como un neoliberal militante. No intervención. Esto haría felices a los más entusiastas pensadores liberales, entre los cuales hay más de un ateo, por cierto.
A lo mejor a Dios no le interesa en exceso lo que ocurra en esta perdida esquina del universo.
En cualquier caso, la mayoría de las religiones y la economía política de algunos comparten su fe en verdades absolutas e inmutables; así, oiremos hablar de la sagrada ley de los mercados, el equilibrio natural de los precios...
En mi opinión, creo que a la India y al mundo le hacen falta ideas y personas como Amartya Sen, Premio Nobel de Economía en 1998 y uno de los mayores estudiosos de la pobreza y sus causas. Miren por dónde, Sen es ateo. Ahora, quien espere encontrar llamadas al intervencionismo porque sí (divino o humano) para solucionar los problemas del hambre y el subdesarrollo, se defraudará.