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Caín era mujer

«Exodus»

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Mikel INSAUSTI

Comedia negra que trata de ser original a fuerza de disparatar de forma insensata, consiguiendo un efecto contrario al que pretendía. No se puede dar la vuelta por puro capricho, por hacer una gracia, a un tema tan grave e incontrolado como el del feminicidio. La mujer que mata a su compañero o pareja es noticia, porque se sale de las estadísticas que dicen justamente lo contrario. No se puede convertir a la víctima en verdugo para ilustrar una fantasía futurista, seguramente errada, ya que el hombre desaparecerá de la faz de la tierra por culpa de su propia estupidez y no a causa de una conspiración orquestada por el sexo opuesto.

Dicho esto, obsérvese que Pang Ho-cheung busca la provocación fácil cuando retrata a la mujer como una asesina calculadora, lo que explicaría que no se haya detectado aún el supuesto masculinicidio a gran escala. Según su embromada teoría, no por ello menos reaccionaria, ellas matan a sus maridos o a los hombres en general mediante métodos sofisticados que la policía no es capaz de descubrir. Lo que parecen a simple vista accidentes domésticos serían en realidad crímenes que no dejan huella, una especie de actualización perversa del clásico envenenamiento de «Arsénico por compasión».

La película «Exodus» tiene un prólogo onírico en el que se ve una escena de tortura surrealista en una comisaría perteneciente a la etapa en que Hong Kong estaba bajo bandera inglesa, consistente en la tunda que un grupo de policías vestidos de submarinistas propinan a un detenido. Huelga decir que no guarda ninguna relación con lo que sigue a continuación, y que esa desconexión responde a la falta de coherencia con que ha sido concebida la película. Es más, todo el largometraje es un simple pretexto para buscar una explicación al hecho de que las mujeres vayan juntas al W.C., lo que pone de manifiesto que no sólo Hollywood es una industria de cine decadente, y que en cualquier parte del planeta se vive de los privilegios de una sociedad ociosa donde uno se puede permitir el lujo de hacer una película sobre cualquier tontería imaginable.

Pero el humor negro para ser realmente divertido no ha de quedarse en la simple formulación de una situación absurda, debe desarrollarla con una intencionalidad. Apañados vamos si el destino de la humanidad se decide en el interior de unos servicios. Ante semejante panorama no queda más que decir: ¡El último que tire de la cadena!

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