La Junta Militar birmana impone el toque de queda y prohíbe las reuniones
Horas después de que miles de monjes y ciudadanos volvieran a salir a las calles de Myanmar, la Junta Militar decretó el toque de queda y prohibió las reuniones superiores a cinco personas. Además, efectivos del Ejército birmano comenzaron a desplegarse en Rangún.
GARA |
La Junta Militar birmana ha impuesto el toque de queda desde las 21.00 hasta las 5.00 y la prohibición de cualquier reunión de más de cinco personas. Así lo anunció ayer a través de altavoces colocados en varios vehículos que circularon por muchas de las calles de Rangún, la capital de Myanmar.
Estas medidas, que tendrán una duración inicial de 60 días, se producen un día después de la reunión que el presidente de la Junta Militar, el general Than Shwe, mantuvo con otros jefes castrenses en el cuartel general de Napydaw.
Pese a todo, miles de monjes budistas y ciudadanos volvieron a manifestarse en protesta por el maltrato policial a varios bonzos y el notable aumento del precio de la gasolina y el aceite.
A lo largo del día y antes de la adopción del toque de queda y la prohibición de reunión, las autoridades recorrieron las urbes advirtiendo por medio de megáfonos que cualquiera que observara las protestas podía ser condenado a una pena de tres años de cárcel y que aquel que participara se arriesgaba a diez años de reclusión. En las octavillas que lanzaron, amenazaron con aplicar el Código Penal que autoriza la disolución por la fuerza de cualquier asamblea y el despliegue de soldados. De hecho, por la tarde, tropas procedentes del este del país se dirigieron en cinco camiones hacia Rangún, donde horas antes, se manifestaron 4.000 monjes.
La movilización comenzó como cada día en la Pagoda de Shwedagon, el templo budista más importante de Myanmar. A la marcha se unieron 200 miembros de la Liga Nacional por la Democracia (LND), que portaban el brazalete de esta formación política liderada por la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, en arresto domiciliario desde 2003.
Algunos participantes también llevaban en alto imágenes con el pavo real, símbolo de los estudiantes que encabezaron las protestas reprimidas por el Ejército entre agosto y setiembre de 1998 y que, según fuentes de la oposición, costó la vida a 3.000 activistas. En Mandalay, la segunda ciudad más grande, se movilizaron unos 700 monjes.
El lunes, la LND instó a los funcionarios y a los soldados del Ejército, que dispone de 400.000 efectivos, a unirse a las manifestaciones.
La jerarquía budista o Sangha ordenó el lunes a los monjes volver a sus monasterios. La última vez que dio una orden similar, en 1990, los militares ocuparon los monasterios y arrestaron a miles de monjes y novicios.
Las autoridades lanzaron octavillas por las calles de Rangún amenazando con aplicar el Código Penal a todo aquel que participe en las movilizaciones o las observe. Las penas van desde los tres a los diez años de cárcel.
«La protesta no es sólo por el bienestar de la población, sino también por los monjes que luchan por la democracia y para que la gente tenga la oportunidad de decidir su propio futuro», dijo uno de los monjes.
En el marco de la Asamblea General de la ONU, el presidente estadounidense anunció nuevas sanciones económicas contra Myanmar, como la congelación de activos y la prohibición de viajar a Estados Unidos a los miembros destacados de la Junta Militar y sus familiares. Washington mantiene ya restricciones a las importaciones, exportaciones y a las transacciones financieras con Myanmar.
Desde París, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Frédéric Desagneaux, advirtió a las autoridades birmanas «contra todo intento de reprimir por la fuerza la expresión de las justas reivindicaciones políticas y sociales». Indicó que el Estado francés está en contacto con sus socios de la Unión Europea, ASEAN, y el Conejos de Seguridad de la ONU, y en particular con Gran Bretaña. El primer ministro británico, Gordon Brown, se mostró a favor de una iniciativa de la presidencia de la UE, actualmente en manos de Portugal, para advertir a las autoridades birmanas de que la Unión «impondrá sanciones más duras si escogen las opciones equivocadas».
«Necesitamos concretar una acción internacional, incluyendo a la ONU, para disuadirles del uso de la violencia», subrayó Brown en una carta enviada al secretario general de este organismo, Ban ki Moon. El titular alemán de Exteriores, por su parte, apeló a la Junta Militar a no hacer uso de la violencia.