El encuentro de ayer en Pyongyang entre el primer ministro norcoreano, Kim Yong-nam y el presidente surcoreano, Roh Moo-hyun dio inicio a la cumbre de las dos Coreas. La de ayer fue la segunda reunión entre esos dos países desde la Segunda Guerra Mundial. Es posible que el carácter de la misma merezca el calificativo de simbólico, como simbólico fue el hecho de que dos trenes transitaran en mayo pasado por la denominada zona desmilitarizada con ciudadanos del norte y del sur. Pero, en cualquier caso, refleja la necesidad, interiorizada también por los gobernantes respectivos, de ir dando pasos en el objetivo de terminar con una división impuesta hace más de medio siglo. Un paso en ese sentido es la creciente colaboración económica, si bien en el plano político el muro entre ambos países parece sólido. Cambios de actitud como los de Japón, ahora es partidario de la unificación, o EEUU, cuyo cambio de actitud renunciando a la presión financiera y diplomática -a diferencia de la que mantiene para con otros países- propician acercamientos como el de ayer, cuyo verdadero calado el tiempo revelará.