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Messi y el Kun Agüero sacuden la modorra en Argentina

En los días previos al comienzo de las eliminatorias para el Mundial de 2010, el país sudamericano sueña con el liderazgo de «los dos bajitos»

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Enrique ESCANDE | BUENOS AIRES

Messi mide 1,69 metros y pesa 67 kilos; el «Kun» Agüero llega a los 1,72 metros y los 74 kilos. Los dos pibes maravillan y comparten el pichichi de la liga española, con cinco tantos cada uno. El culé tiene 20 años, por 19 del atlético, y en 2005 ganaron el Mundial juvenil.

Ahora, la afición argentina sueña con que esos «locos bajitos» levanten la copa en el Mundial 2010. En diez días les esperan en Buenos Aires para jugar la primera eliminatoria.

Los elogios que cosechan en la liga española los locos bajitos Lionel Messi y Sergio Agüero son música para los oídos de la afición argentina, que los espera en Buenos Aires dentro de una semana y media.

Que son los máximos goleadores de la Liga, que se salen, que Leo confirma en el Barcelona su madurez futbolística a los 20 años, que el Kun, con 19, se destapa y justifica con creces en el Atlético de Madrid su fichaje millonario. Que ambos tienen un «talento bestial», según Javier Aguirre, entrenador del Atlético, que sus goles son bellos, que la mar en coche.

Esta realidad comienza a sacudir en Argentina la modorra futbolera que produjo la eliminación de la selección en los cuartos de final del Mundial de Alemania, la inexpresividad del equipo en los amistosos posteriores y la superioridad de Brasil en la final de la Copa América.

Un sopor profundo sólo superado de manera circunstancial por Messi, que tiene otra velocidad de la cabeza a los pies, que juega de manera distinta al resto y que debería tener el balón en su poder todo el tiempo en todos los partidos.

Pero en los días previos al comienzo de las eliminatorias del Mundial de 2010 también aparece acomodado en el sitio que corresponde el Kun Agüero, otro atrevido del fútbol que en 2006 había provocado una notable sensación de vacío en las canchas argentinas cuando fue traspasado al Atlético por 23 millones de euros.

Verlo juntando orina en el banquillo colchonero molestaba. Su condición de suplente en el comienzo de la Liga española irritaba y Aguirre comenzó a ser observado en el extremo sur de América como un distraído.

En su país, el Kun había tenido tiempo de demostrar quién era contra River Plate, Boca Juniors, San Lorenzo o Racing, y hace dos años, en sociedad con Messi, obtenía el primero de sus dos títulos mundiales juveniles. Pero jugaba poco.

Los pibes tienen que tener la mollera muy bien amueblada para superar situaciones como ésa, porque lo quieren todo ya, y si lo logran pasa lo del Kun, quedan más cerca de la gloria.

Y ahora, a menos de dos semanas para el partido con Chile con el que Argentina comenzará las eliminatorias, Messi y Agüero están en la cresta de la ola del otro lado del Atlántico. La afición los ve por la tele, escucha los elogios inconmensurables que les dedican en la radio y en los periódicos y se pregunta a coro: «¿Cuándo comienzan a vender las entradas?».

Revive la selección argentina porque los locos bajitos, que siempre han dicho que aman la camiseta celeste y blanca, podrán salir a joder con la pelota como en las calles a la hora de la siesta cuando eran más bajitos todavía, y soñaban con meter goles con la selección.

A estas alturas, la afición sólo se pregunta quiénes serán los otros nueve jugadores que saldrán al campo del estadio Monumental ante el equipo chileno dirigido por Marcelo Bielsa, uno de los entrenadores más respetados en su país.

Cada dos por tres, el fútbol tiene bajones de tensión en Argentina que llegan a provocar apagones. Ahora se han encendido dos luces.

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