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Gambari finaliza su visita a Myanmar tras reunirse con Than Shwe y Aung Suu Kyi

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El enviado especial de Naciones Unidas, Ibrahim Gambari, abandonó ayer Myanmar sin dar a conocer el resultado de las conversaciones mantenidas con la Junta Militar y la líder de la oposición Aung San Suu Kyi.

Tras cuatro horas de espera, Gambari pudo entrevistarse en Napydaw -capital administrativa- con el general Than Shwe a quien transmitió el mensaje del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Concluido el encuentro de una hora de duración, el enviado de Ban regresó a Rangún en un helicóptero militar para mantener una segunda reunión con Suu Kyi, líder de la Liga Nacional por la Democracia (LND), con quien ya estuvo el pasado domingo.

Aunque no trascendió nada de estos encuentros, fuentes diplomáticas señalaron bajo condición de anonimato que «es descabellado creer que la visita de Gambari vaya a conseguir cambiar la naturaleza del régimen militar o que produzca cambios significantes».

Su anterior visita, en calidad de jefe de asuntos políticos de la ONU, se produjo a mediados de 2005, después de que la Junta Militar declaró persona non grata a Razali Ismail, por entonces enviado especial para Myanmar.

En la Asamblea General de la ONU que se celebra en Nueva York, el ministro de Asuntos Exteriores birmano, Nyunt Swe, atribuyó las movilizaciones de las últimas semanas a «elementos destructivos internos y externos que no quieren que se complete el proceso de reconciliación nacional y que han persuadido a los monjes». Afirmó también que los países occidentales esperaron durante largo tiempo que se produjeran este tipo de protestas para intervenir y acusó a los medios extranjeros de exagerar la situación.

Condena del Consejo de DDHH

Mientras, en Ginebra el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, formado por 47 países, condenó «la brutal represión contra los manifestantes pacíficos». Esta es la primera vez que el Consejo critica a un Gobierno desde su constitución hace 16 meses. Tras su reunión extraordinaria, «deploró enérgicamente la brutal represión, incluidos los golpes, homicidios, detenciones arbitrarias y desapariciones forzosas». La resolución fue aprobada tras un debate que incluyó el testimonio directo de un diplomático sueco que visitó Myanmar en agosto.

Johan Hallenborg, de la embajada sueca en Bangkok, afirmó haber visto a «policías y soldados fuertemente armados abrir fuego contra civiles desarmados después de darles sólo unos pocos minutos para dispersarse, tras lo cual dejaron a un periodista muerto en la calle»

Ante este testimonio, el relator especial para Myanmar, Paulo Sergio Pinheiro, resaltó que «la incapacidad de la comunidad internacional para impedir las matanzas tras la revuelta popular de 1988 no debe repetirse», declaró.

Entretanto, las tropas militares redujeron su presencia en las calles de Rangún. El toque de queda también se redujo en una hora, de las cinco a las cuatro de la madrugada.

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