El thriller filosófico va ganando terreno de la mano de jóvenes cineastas independientes, que dejan a un lado la acción física para buscar espacios mentales en los que indagar sobre cuestiones más trascendentes. El guionista Mark Fergus se pasa a la dirección con un relato inquietante, cruzado por una desoladora e irreal atmósfera, que hace que hasta la simple amenaza de una nevada se convierta en un signo fatalista. No es que al protagonista le afecten en demasía las predicciones metereológicas, sino que son otros augurios sobre el fin de sus días los que le tienen en un continuo sinvivir.

Todo forma parte de un gradual proceso paranoico que va a más, a medida que los vaticinios de un viejo vidente parecen irse cumpliendo uno por uno. Lo que se pregunta quien ha resultado directamente afectado por el mal presagio, es sí realmente el ser humano puede controlar su propio destino. A él le ha ido muy bien en los negocios hasta el punto de considerarse a si mismo como un hombre de suerte, pero de repente la cercanía de la muerte le obliga a repasar su existencia pretérita, a la búsqueda de algún error que ahora le vaya a pasar factura. Un despido improcedente, la traición a un viejo amigo, cualquiera de esas cuestiones contraproducentes han de estar en el origen de un desenlace mortal que se revela inevitable.

Guy Pearce es el actor ideal para este tipo de papeles de investigación psicológica, tras su caracterización amnésica en «Memento», donde también la clave del enigma personal estaba en las interrogantes relacionadas con su pasado. Sabe muy bien cómo representar la perdida paulatina de la noción de la realidad, por parte de un tipo normal que acaba perdiendo el control de su vida.

Pero la presencia más sombría de «First Snow» es la del veterano actor J.K. Simmons, en una interpretación muy alejada de su habitual rol de magnate periodístico en la saga de «Spider-Man». Aquí, muestra una mirada mortecina y melancólica, la de quien ve la hora definitiva de la verdad.