Turquía vuelve a enseñar los dientes tras rechazar las propuestas iraquíes
Consciente de que Bagdad no tiene nada que hacer en el de facto independiente Kurdistán Sur, el Gobierno turco despidió en Ankara con cajas destempladas a la delegación iraquí y rechazó su propuesta de mediar para lograr la libertad de los ocho soldados turcos capturados. El propio PKK evocó la posibilidad de dejarlos en libertad, pero el tambaleante Gobierno turco ha retomado el lenguaje de la guerra.
GARA |
El primer ministro, Recep Tayip Erdogan, advirtió ayer de que Turquía castigará a Kurdistán Sur cuando lo estime oportuno y sin contar con la opinión de la «comunidad internacional».
«Lanzaremos una operación cuando sea necesario, sin pedir a nadie su opinión», aseguró pocas horas después de que la delegación oficial iraquí abandonara Ankara sin lograr acuerdo alguno en las negociaciones.
Tras dos días de reuniones, el Gobierno turco consideró insuficientes y muy reposadas las propuestas del Gobierno del Irak ocupado y exigió medidas «urgentes y decisivas». La televisión turca aseguró que entregaron a los representantes iraquíes una lista de 153 presuntos miembros del PKK cuya captura y extradición exigen. «Impedir que el PKK use el suelo iraquí, detener el apoyo logístico a esa organización terrorista, impedir cualquier actividad suya, cerrar sus bases, capturar a sus líderes y entregarlos a Turquía», resumió el viceprimer ministro turco, Cemil Cicek.
La interlocución iraquí propuso, por su parte, la vigilancia permanente de la frontera por las fuerzas paramilitares en el Irak ocupado y prometió hacer «todo lo posible» por lograr la liberación de los ocho soldados en manos del PKK.
El diario turco «Hurriyet» calificó estas contrapropuestas de «ridículas» y acusó a la parte iraquí de «hacer el payaso».
El PKK mueve pieza
Uno de los principales dirigentes de la guerrilla kurda, Murat Karayilan, auguró que «el problema (de los soldados capturados) podría ser resuelto en no mucho tiempo», e insistió en que «estamos dispuestos a discutir del tema con toda delegación interesada».
Eso sí, el PKK insistió en que el final de los actuales bombardeos ayudaría a unas eventuales negociaciones.
Tanto las formaciones kurdas del sur PDK y UPK como el DTP, partido que tiene veinte escaños en Ankara, han pedido al PKK que haga este gesto para tratar de enfriar la situación.
Ardua tarea, habida cuenta de los bandazos del Gobierno turco. El propio Erdogan daba a entender el viernes que no habría incursión militar antes de que sea recibido por Bush en Washington el 5 de noviembre.
Horas después, y consciente de que sus palabras contradecían a las amenazas del jefe del Ejército, general Yasar Buyulkanit, Erdogan matizaba que «no se lo que puede pasar de aquí a mi viaje a EEUU, porque estamos en alerta permanente».
Un diplomático occidental comparó al Ejecutivo turco con un «equilibrista sobre una cuerda delgadísima».
La artillería turca continuó ayer atacando aldeas kurdas a uno y otro lado de la frontera provocando éxodo de población.
El jefe de la diplomacia turca, Ali Babacan, rinde hoy visita oficial a Teherán. Irán, que cuenta con una minoría kurda ocupada y un movimiento de liberación similar al PKK (PJAK), ha pedido contención a Ankara.
Erdogan criticó a los países europeos por no extraditar a los militantes del PKK. Tras recordar que la UE considera «terrorista» a esta organización, reprochó «falta de sinceridad a nuestros amigos occidentales».
Del poderoso vecino turco llegan las amenazas, pero también los productos que consumen a diario los kurdos del sur, así como las empresas que construyen carreteras, aeropuertos y vivendas.
Fuentes del Gobierno kurdo informaron de que hay 400 empresas turcas operando en Kurdistán Sur, y sus contratos suman los 4.000 millones de dólares e incluyen el aeropuerto de Erbil y el puente elevado de Suleimaniya, entre otros proyectos. La amenaza de cierre de la frontera y la cancelación de contratos de empresas turcas por parte de Ankara sería lesiva para la población kurda pero también para aquéllas.
El ministro turco de Comercio Exterior, Kursaat Tuzmen, que cifró en 2.700 millones de dólares la exportación de bienes el último año, señaló que los enormes beneficios que obtiene Turquía «pierden toda significación cuando nuestro país está en juego».
Fuentes kurdas coligen que lo que realmente preocupa a Ankara es la pujanza, económica y política de Kurdistán Sur y sus posibles consecuencias entre los reprimidos kurdos del norte.
El bisemanal kurdo «Hawlati» informó de que el PKK ha incluido entre sus últimas reivindicaciones que Ankara reconozca al Gobierno de Kurdistán Sur.
Pero el Gobierno de Erdogan va en dirección contraria y ha vetado la presencia kurda en las negociaciones con Bagdad. Lo cierto es que el Gobierno iraquí tiene bien poco que decir en un territorio donde hasta el Ejército es kurdo y obedece a sus dirigentes locales, del PDK y del UPK. Le guste o no a Turquía, aquí quienes mandan son los kurdos