Atraer mano de obra joven y especializada para impulsar la economía europea es el objetivo de la «tarjeta azul» que ha propuesto la Comisión Europea a los Veintisiete. Busca atraer a los inmigrantes de alta cualificación de terceros países al permitirles residir y trabajar en la UE durante dos años, prorrogables por otros dos, tras los cuales tendrían un permiso de larga duración.

Para beneficiarse de este permiso, que pretende responder a la alta demanda que existe en sectores como el aeronáutico, los inmigrantes deberán contar con un contrato de trabajo de antemano y con un sueldo de por lo menos tres veces el salario mínimo del país de destino.

El presidente de la CE, José Manuel Durao Barroso afirmó que «no se abre la puerta a veinte millones de inmigrantes sino a 70.000».

Tras comparar la «tarjeta azul» con la «tarjeta verde» que concede Estados Unidos, indicó que pretende atraer a un perfil profesional que a menudo prefiere ir a trabajar a EEUU o Canadá antes que a Europa, «entre otras cosas, porque en la Unión Europea deben enfrentarse a 27 legislaciones sobre inmigración diferentes».

Algunas ventajas que ofrecería la «tarjeta azul» respecto a otros permisos equivalentes son la posibilidad de entrar y salir de la UE sin restricciones o la de quedar desempleado durante el periodo de vigencia de la tarjeta (por un periodo que no supere los tres meses). Además, los cónyuges del trabajador se beneficiarán de un permiso de trabajo y residencia en la UE durante el mismo periodo.

Tras los dos años de permiso, se ofrecerán al trabajador tres meses de gracia para residir y trabajar dentro de la Unión, renovables por otros dos años si el inmigrante consigue otro contrato, tras los cuales podría obtener un permiso de estancia de larga duración.

Oportunidades

La Confederación Europea de Sindicatos (CES) subrayó que esta medida no debe afectar negativamente a los trabajadores que ya están en la UE, sean inmigrantes o no.

Señaló que está a favor de una política global de empleo en la UE que ofrezca canales legales a la migración, pero al mismo tiempo aplicando «rigurosamente» las normas laborales y garantizando a los inmigrantes el mismo trato que para los trabajadores locales.

Pidió igualdad de salarios para los que se acojan a este mecanismo y advirtió de la dificultad que puede suponer el establecimiento de una distinción entre «los que queremos» y «los que no queremos» que, además, puede ser difícil de definir en la práctica.

La Confederación Europea de Sindicatos insistió en pedir que, antes de promover la llegada de más personas, se agoten las vías de la integración en el mercado laboral de los trabajadores que ya están en la Unión Europea, tanto inmigrantes como locales.