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Raimundo Fitero

Corbata

Mariano sin corbata es lo más parecido a Josu Jon o Juanjo sin la misma. La corbata es en algunos dirigentes de formaciones políticas parte de su distinción frente a la tribu, a la vez que la manera de proclamarse miembros de una clase. El intentar el acercamiento popular de fin de semana quitándosela, es una simple simulación. Lo mismo que lo contrario: colocarse la corbata para intentar dotar de una seriedad a un programa de televisión. Es el caso de Jordi González en «La Noria», que aparece siempre con terno, y una corbata muy bien conjuntada, lo que le sienta muy bien, pero no es suficiente para que los contenidos de su propuesta dejen de navegar en demasiadas ocasiones sobre charcos de basura disfrazada.

Josep Lluís siempre lleva corbata, tanto si va al Parlament, como si va a estar un rato con Buenafuente, en su nueva faceta de icono mediático desde su actuación estelar frente a los preguntadores no profesionales reclamando el uso de su nombre propio, con propiedad. Por cierto, en un buen momento del programa, con el follonero entrando a trapo y un Carod-Rovira sobrepasado por la gracia del otro. José Luis, sin embargo, durante los fines de semana, de mitineo o de visita a las catástrofes, va sin ella, con un aire más casual, pero sin perder el porte institucional. Hay que señalar que la visita a Barcelona es una certificación de cese de la ministra, su ausencia en el lugar de los hechos así lo aventura.

La corbata en «La Noria» es un atributo de uniforme, no de distinción. La llevan casi todos los varones que intervienen, y ello no les dota de mayor entidad intelectual, ni credibilidad, ni nada, simplemente los retrata como señores de gustos conservadores, y sus intervenciones, las de algunos, lo corrobora, pero aumentando y corrigiendo; son directamente filo fascistas. Otros de los pobladores de nuestras pantallas se apartan de la masa con una pajarita, lo que les confiere un aire de locos, extravagantes o simplemente de extraviados de un cuento con aires británicos. En todos los casos se trata de una manera de identificación visual, una manera de ponerse la soga al cuello, una suerte de martirio de baja intensidad.

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