La causa de las mujeres es la misma en todo el mundo a pesar de las diferentes situaciones, los diferentes idiomas y las diferentes culturas. La lucha es única y el problema de la violencia es uno». Así se expresaba la parlamentaria saharaui Jadiya Hamdi, participante en el encuentro internacional «Todas estamos despiertas», recientemente celebrado en Bilbo y que ha reunido a numerosas organizaciones de mujeres procedentes de lugares tan diferentes como Palestina y Latinoamérica. En alguno de esos territorios se viven situaciones de guerra o conflicto armado en las que la mujer es objeto, además de la violencia propia de la situación, de otra específica y estructural. En lugares donde no padecen conflictos armados las mujeres siguen siendo objeto de esa violencia que trasciende latitudes y situaciones. Así lo han atestiguado las mujeres representantes de organizaciones de algunosos países de Centro y Sudamérica. Destaca en ellos el factor cultural que implica a las instituciones, insuficientemente preparadas para hacer frente a esa violencia, en ocasiones masiva y extrema, y vista como poco menos que normal, por habitual. No obstante, no se debe perder de vista la actitud de los estados que alardean de respeto a los derechos humanos y al mismo tiempo participan activamente de esa violencia en los numerosos conflictos en los que toman parte directa e indirectamente.