Fieles sí, pero a la democracia y a la justicia
Durante los últimos días, concentraciones de distinto signo han evidenciado que el sentido que la ciudadanía vasca y la española dan a la memoria histórica es radicalmente distinto. El domingo se concentraban en el Vaticano «miles de fieles» para celebrar la beatificación de 498 personas muertas a manos del bando republicano. Mientras tanto, ante el Arzobispado de Iruñea familiares de fusilados por los golpistas denunciaban la hipocresía de la Iglesia católica.
La beatificación de esas 498 personas supone, entre otras cosas, una concepción completamente parcial. Esa perspectiva moral no sólo es incompatible con la realidad histórica -al condenar al olvido a los católicos o religiosos vascos asesinados por los militares golpistas-, sino que además es incompatible con la moral religiosa más elemental. La separación entre fieles e infieles, justos y pecadores que promueve la ceremonia del domingo es un escándalo injustificable para la sociedad vasca. Mientras tanto, Moratinos (PSOE) consideró «histórica» la ceremonia papal.
Las concentraciones que estos días se suceden en diferentes localidades contra la denominada «Ley de Memoria Histórica» expresan claramente ese rechazo. Son también una demostración que nuestra sociedad sigue siendo fiel a las ideas de verdad, justicia y democracia.