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Narciso Isa | político y ensayista dominicano

«¡No' saivamo!»

Como dicen en nuestro Cibao, región norteña de la República Dominicana, «No' saivamo» (nos salvamos). No hay nada que lamentar. No hay nada de qué preocuparse en grande. Apenas tenemos algunos problemitas, «peccata minuta», cosa chiquitas, chirriquiticas...

El país se está convirtiendo en el país de la maravilla. No le hagan caso a los que dicen que somos un país subdesarrollado, ni se crean el cuento de que formamos parte del tercer mundo.

Este no es un país pobre, mucho menos un país empobrecido. No le hagan caso a los que dicen que el analfabetismo es un gran problema social o que la educación está por el suelo, entre las peores del continente.

No se alarmen por los altos índices de mortalidad infantil, ni por los grados elevadísimos de desnutrición de la población. No es nada grave que ocho de cada cien niños presenten daños físicos y mentales permanentes por mala alimentación.

Eso de los apagones es pura pendejada. Igual el enorme déficit de viviendas, el caos en el transporte, la carestía de la vida, el repunte de la tuberculosis, la frecuente recurrencia del dengue, el crecimiento de las enfermedades infecto-contagiosas...

No se la alarmen por lo que es capaz de hacer una tormenta tropical con la total ausencia de previsión y acción previa de gobierno, a pesar de todas las malas experiencias anteriores y del incremento de la vulnerabilidad de la nación. Fíjense que son casos «imprevisibles» (pese a los partes meteorológicos), caídos del cielo como la deuda social y la insensibilidad e ineficiencia de nuestros gobernantes.

Incontrolables no sólo fueron las bandas criminales de Balaguer, sino las lluvias y los vientos que se ensañan contra las personas que se descuidan viendo el juego de Boston contra Colorado.

Noel, nombre con el que bautizaron a la última tormenta tropical, es de la estirpe de los delincuentes descuiditas. Son cositas que pasan cuando los presidentes están en campañas democráticas, empeñadas en continuar gobernando para modernizar el país.

No es nada para preocuparse que los granceros, los areneros, las empresas constructoras... hayan asesinado decenas y decenas de ríos con apoyo oficial. Siempre lo han hecho con las miras puestas en la modernidad, en el desarrollo, en el propósito de llevar el país al club exclusivo del «primer mundo».

Eso del auge de la delincuencia y la inseguridad ciudadana es cosa del progreso, costo obligado de la modernidad. No se preocupen ¡Vamos pa'lante!

Ya tenemos frecuentes blackouts. El Gobierno se da el lujo de tomar vacaciones políticas precisamente cuando el cielo decide enviar toda el agua del mundo para acá. Meteorología lo anunció pero nadie, o casi nadie, se enteró. Y no hay responsables.

La televisión, la radio, los periódicos estaban dedicados cosas mejores, más constructivas y sublimes: nos informaron del notición de la caminata reeleccionista del presidente y de todo su gabinete por las calles de Moca.

El gobierno aprendió a no asustar y a administrar su poder camino a la sociedad posmoderna. Nada debe funcionar para que todo esté bien. El progreso venció al atraso.

Los titulares recientes dan cuenta de una «revolución virtual leonelista», propia de países del «primer mundo»: «Indotel lleva la telefónica a las montañas»; «Niños y jóvenes campesinos se insertan en el uso de computadoras, Internet y biblioteca virtual»; «Centro de informática en el sector popular La Fuente»; «Indotel ha instalado 436 centros de informática»; «Nueva compañía telefónica»; «Tarjetas prepagadas de cuatro dígitos desde marzo 2008»; «Gran crecimiento de teléfonos celular»...

Los niños y niñas de las montañas no saben de letras, pero saben de Internet, que es mil veces mejor. Los microchips están acabando con el hambre ancestral. ¡Alimentan! La cibernética hará de la pobreza y del empobrecimiento algo imaginario, pesadilla del pasado.

Las tormentas habrán de rendirse frente al auge de los ciberespacios, no importan lo que hagan o deshagan. A las niñas y niños cibernautas no les dará diarrea ni enfermedad alguna. Los programas de las computadoras los harán crecer sanos, robustos, bien alimentados, sabios.

«¡No' saivamo!». Llegó el progreso y llegó en grande. Esta en cada hogar, en cada fábrica, en cada banco, en cada paisaje rural, llenos de celulares y computadoras.

«¡No' saivamo!». Tenemos las mejores tecnologías comunicacionales del planeta. Entramos de la mano de Leonel al primer mundo, pasando por la modernidad y avanzando por rutas posmodernas.

«¡No' saivamo!». Tenemos montones de celulares posmodernos. Aunque nos desbarate Noel con la indiferencia de Leonel, ¡tenemos montones de computadoras de último modelo!

Pero a pesar de tanto cinismo, realmente nos vamos a salvar, porque se hace evidente que no hay gobierno, ni altos funcionarios que se ocupen del país. Porque todos y todas tomaron la feliz decisión de pasarse la vida navegando por el Internet con los bolsillos repletos, disfrutando de la dulce vida, enamorándose a través de celulares supermodernos.

Nos vamos a salvar por otra cosa. Porque habrá de crecer la conciencia sobre la necesidad de autogobernarnos y de cobrar la deuda social. Así nos enseñan los estragos de Noel, que en medio de la tragedia que provocan tienen la virtud de poner lo real muy por encima de lo virtual.

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