Hace unas semanas, el diario ``Juventud Rebelde'' hacía público un informe en el que se ponían de manifiesto algunos problemas detectados en el sistema cubano de salud. En base a un sondeo en diferentes hospitales, se llegaba a la conclusión de que existen razones poderosas para trabajar, codo a codo, para superar esa crisis. El reto sería, por así decirlo, de medicina preventiva: se trata de evitar que enferme de falta de energía, desidia y desmotivación un servicio que es primordial para garantizar el bienestar social.

A la encuesta le ha seguido ahora otra mirada crítica, en este caso del semanario «Trabajadores'', que da cuenta del debate abierto entre responsables políticos y trabajadores sobre esos achaques detectados en el sistema sanitario, pero también sobre la necesidad de mejorar en el ámbito de la educación, por ser ésta un motor de desarrollo personal y colectivo.

Les cuento estas cosas de La Habana porque me parece muy saludable observar que, pese a la que llueve en este mundo nuestro en forma de compras, reventas, fusiones y mutaciones de línea editorial, existen medios que siguen apostando por ejercer una labor fiscalizadora sobre el sistema público. La distancia, nos dicen, sirve para observar con mayor objetividad y menor dosis de apasionamiento lo que ocurre a nuestro alrededor. Por eso me he echado esa brazada larga hasta Cuba para comprobar que es posible que los responsables políticos y los trabajadores de la salud se sienten alrededor de una mesa y pongan sobre ella no ya sólo balances y proyecciones de datos, sino la percepción de unos y otros sobre cómo se quiere tratar y ser tratado, porque es de un servicio de personas hacia personas de lo que se trata. Allí y aquí.

Es bien respetable el interés de un gobierno en promocionar informes, conferencias, debates y estancias de expertos. Lo que no encaja del todo es que esa posición política tenga como contrapunto práctico la negativa al diálogo y la campaña de descrédito hacia quien acompaña sus demandas de un diagnóstico crítico sobre la gestión pública, como estos días en Osakidetza. Pregunten, como en Cuba, y quizás les digan los ciudadanos que merece la pena reflexionar, corregir rumbos e inyectar dinamismo al sistema público. Hagan esa consulta, que hablar con los agentes sociales es saludable.