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Sangriento atentado-suicida contra parlamentarios en el norte afgano

Coincidiendo con la ofensiva talibán hacia el oeste de Afganistán, un atentado-suicida contra una delegación parlamentaria de Kabul dejaba ayer al menos 40 muertos en el norte del país. Todo apunta a que el kamikaze responsable del ataque suicida más mortífero de los últimos años militaría a las órdenes de Gulbuddin Hekmatyar, que comparte con los estudiantes de El Corán el odio a la ocupación.

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Al menos 40 personas murieron ayer y 120 resultaron heridas en un atentado suicida contra una comisión parlamentaria de visita a una fábrica de azúcar al norte de Afganistán.

El atentado-suicida, el más mortífero desde la retirada talibán a finales de 2001, tuvo lugar al mediodía en Pul-i-Khumri, en la provincia «pacificada» de Baghlan, 150 kilómetros al norte de la capital, Kabul.

«Hemos registrado 40 muertos y 120 heridos en cuatro hospitales», informó Yussuf Faiz, responsable médico de Baghlan.

No obstante, otras fuentes elevaban a casi un centenar las víctimas mortales de un atentado que tuvo como objetivo una comisión económica parlamentaria dirigida por el ex ministro de Comercio Mustafah Kazimi.

Diputado por Kabul, Kazimi figura entre los seis parlamentarios muertos en el ataque.

Aziz Ahmad Nadem, diputado por la provincia occidental de Herat y que sobrevivió al atentado, describió una escena apocalíptica y aseguró que el kamikaze se hizo estallar en medio de la comitiva oficial cuando estaba rodeada de gente.

Un diputado que se quedó a última hora en Kabul aseguró que la comitiva, que iba a visitar una fábrica de azúcar, estaba formada por una treintena de personas, entre ellas una veintena de diputados. Un helicóptero partió esta vez desde Kabul para trasladar a los heridos.

Autoría

Este año se han registrado en Afganistán alrededor de 120 atentados suicidas y la mayor parte de ellos han sido atribuidos a la guerrilla talibán, entre ellos los que el 17 de junio y el 29 de setiembre dejaron sendos saldos de decenas de policías y militares muertos.

Uno de los portavoces de los talibán, Zabihullah Mujahed, negó toda vinculación con el ataque. «No hemos tenido nada que ver», aseguró.

Por contra, otro grupo islamista, el Hezb-i-Islami, liderado por Gulbuddin Hekmatyar, está bien implantado en el norte del país. La de Hekmatyar es la mayor formación política afgana y ha llamado a la lucha contra la ocupación extranjera. A última hora de ayer, el atentado seguía sin ser reivindicado.

Contra un ministro canadiense

La base militar canadiense cercana a Kandahar (sur) fue atacada con dos cohetes ayer por la mañana en plena visita del ministro de Defensa de Canadá, Peter MacKay.

El segundo cohete «impactó cerca, muy cerca», narró el corresponsal de la cadena pública CBC, testigo del ataque.

El titular de Defensa y ex ministro de Exteriores canadiense fue evacuado de urgencia en helicóptero de la base de Wilson, que alberga a 2.500 soldados, al aeropuerto de Kandahar

Lejos de su bastión

Hezb-i-Islami, cuyo líder es el señor de la guerra Gulbuddin Hekmatyar, está bien implantado en la provincia de Baghlan, donde tuvo lugar el atentado suicida. Los talibán, fuertes en el sur, negaron su autoría.

«cerca, muy cerca»

Un corresponsal narró que un segundo cohete «impactó cerca, muy cerca» del ministro de Defensa canadiense, Peter MacKay, en su visita a la base de Kandahar, bastión de los talibán.

El año más mortífero para el Ejército estadounidense en Irak

El Pentágono informó de la muerte en ataques en el Irak ocupado de seis soldados estadounidenses. Con éstas son ya 851 las bajas militares mortales del Ejército estadounidense en lo que va de año.

Según las cifras oficiales del mando ocupante en Bagdad, se computaban 828 soldados muertos a lo largo del año con fecha de 19 de octubre. Desde ese día el Ejército estadounidense ha confirmado la muerte de otros 23 uniformados.

2007 se convierte así, aun a falta de casi dos meses para su final, en el año más morífero para el Ejército ocupante desde la invasión del país en 2003.

Frente a las 486 bajas militares del primer año, los tres siguientes rondaron las 850 pero nunca superaron esa cifra, siempre según el recuento oficial.

Esta mala noticia para EEUU coincide paradójicamente con una campaña oficial que trata de vender la «mejora de la seguridad» en todo el país, y particularmente en Bagdad. Si bien es cierto que los atentados indiscriminados han disminuido, no faltan analistas que imputan esta «calma» a la tregua entre grupos armados chiítas y sunitas y al hecho de que los barrios de la capital ya han sido uniformizados según criterios de confesión religiosa con la expulsión de cientos de miles de personas.

Ansioso por mostrar «la mejora de la situación» en Bagdad, el primer ministro del Irak ocupado, el chiíta Nuri al-Maliki, osó el lunes pasado a salir de su fortín de la Zona Verde y pasearse por una de las principales arterias de la ciudad, eso sí, fuertemente protegido por grandes medidas de seguridad. GARA

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